Naruto - El Viaje Oscuro

19 - El anzuelo sin plomada

El campo de entrenamiento Veintinueve era un cuadrado de hormigón, asentado dentro de un saliente de cañas de bambú y alambres de acero. Normalmente, el campo de entrenamiento se reservaba para la lucha callejera. También era su lugar de entrenamiento favorito, ya que no era de fácil acceso y desde fuera no se podía ver el interior.

Su equipo se miraba entre sí, más que a ella. Supuso que era lo normal en cualquier grupo. Nunca antes había dado clases, pero con la necesidad de abandonar a los Anbu, ya que tenía intención de casarse, simplemente no había otra forma. Claro que podría haber seguido siendo una Jounin, pero también era otra forma de entrenarse para la maternidad. ¿Tan difícil sería cuidar de tres estudiantes?

Miró a los tres, que permanecían muy unidos. Probablemente el entrenamiento en equipo sería innecesario, pero tenía que asegurarse.

"Bueno", empezó, tosiendo ligeramente para llamar su atención. Sus ojos castaños recorrieron brevemente el atuendo que habían elegido, pero no dijo nada más. La chica, Sakura, llevaba una chaqueta verde con una camisa negra, con el símbolo de Konoha en rojo grabado en la parte delantera. Llevaba unos pantalones cortos de color beige y sandalias hasta los tobillos.

Sai, en cambio, seguía vestido con su habitual atuendo completamente negro, pero llevaba dos Tanto atados a la espalda en lugar de uno.

Naruto llevaba el pelo rapado y de punta, y el protector de la frente de Konoha anudado en el hombro derecho. Llevaba una chaqueta marrón oscura, cuyas costuras interiores eran rojas. Su camisa era de un color azul marino oscuro, mientras que sus pantalones eran de un carmesí realmente oscuro. Tan oscuro que parecía más marrón que carmesí. Llevaba sandalias negras.

"Me gustaría poner a prueba tu destreza en la batalla", empezó con cuidado. "¿Prefieres uno contra uno o en equipo?".

Se sorprendió cuando la mirada del trío no se posó en Sakura, que era la Líder del Equipo, sino en Naruto. Enarcó ligeramente una ceja, pero decidió hacer la pregunta más tarde.

"Uno contra uno", respondió Naruto con calma. Ella frunció el ceño. Esperaba que respondieran con "Equipo" debido a su proximidad, pero si querían jugar así...

"Bien", señaló a Sakura. "Entonces tú primero", sonrió ligeramente. "Cereza".

Sakura se adelantó vacilante, con la mano derecha apoyada en la cadera, mientras se dirigía lentamente con la izquierda a su bolsa. Yugao frunció el ceño una vez más. ¿Cómo podía ser tan lenta desenvainando shurikens? Había una norma en la academia para eso... ¿no? Sin embargo, tenía que admitir que se esforzaba por ocultar los shurikens. Con la mano derecha empuñando un Kunai, esperó la señal para empezar.

En el momento en que Yugao se colocó en posición y asintió, el Kunai voló hacia ella en una trayectoria directa. Ella resopló y se limitó a apartar el Kunai de trayectoria lenta -al menos para sus sentidos- antes de rodear silenciosamente los shurikens voladores y esquivarlos. La chica no se había movido mucho, salvo para eliminar Kunai o lanzar shurikens.

El Anbu acortó la distancia que los separaba en un instante, dispuesto a clavar un puño directamente en las tripas de la muchacha.

El sonido de unos pasos apresurados obligó a Yugao a apartarse una vez hacia un lado y esquivar la punta de acero de un Tanto, antes de tener que saltar inmediatamente hacia atrás para evitar a tres serpientes de color negro-ink que habían intentado atacarla entonces. Iba a decir algo, pero su boca se detuvo ante la mirada entrecerrada de aquellos fríos y gélidos orbes cerúleos que seguían cargando hacia delante, Tanto en mano.

Reconoció aquellos ojos. Sin embargo, la voluntad de asesinar era algo que se enseñaba a los agentes una vez en Anbu, no algo que se suponía que un genin debía saber. No era una técnica en sí, así que no era como si alguien hubiera ido contra la ley. Simplemente, había una diferencia entre cargar con la intención de herir, o porque uno estaba asustado, y cargar totalmente preparado para matar o morir. Sabía que Hatake solía decir "ven hacia mí con intención de matar" cada vez que entrenaba a sus alumnos, pero nunca nadie había entendido lo que quería decir.