El gobernante enmascarado

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Emma

Al oír eso miré a Alicia con expresión desorientada. Ella me estaba mirando con la misma cara de pasmada. Todos nos quedamos en silencio. 

- No os preocupéis, sé que podréis superar esta prueba -dijo la reina-

Para ti es fácil decirlo. Quise  responderle pero me callé. 

- Os dejaré un medio de transporte para llegar antes a Verdehumo y armas, por si las necesitáis.

Le dió una espada afilada a Alex, a Jacob una guadaña de hierro y piedras preciosas y a mí me dio un arco.

La reina nos condujo fuera del castillo hacia los campos verdosos que se extendían más allá. La reina compró 5 libélulas (las más rápidas de Gnomolandia según decía el vendedor). Eran enormes comparadas a nosotros. Nos enseñaron a montarlas. Fue bastante difícil pero una vez que le pillas el truco no era tan complicado (lo digo yo que me he caído 800 veces de la puta libélula esa de mierda).

Sobrevolábamos los cielos, dejando atrás Gnomolandia. Las vistas eran alucinantes, los coloridos pueblos se encontraban debajo nuestra. Llegamos a tanta altura que ni si quiera podían verse. Recorrimos el cielo, tocamos las nubes (literalmente). Sentía la adrenalina correr por mis venas, mi corazón latía a 1000 por hora cada vez que nos alejábamos más del suelo. Gritaba de emoción junto con los demás, riendo y disfrutando como si no hubiera un mañana. El viento fresco me despeinaba y la velocidad me hacía sentir aún más emoción y libertad. Alcé los brazos, disfrutando cada momento. Estaba eufórica.  El trayecto era largo, estábamos volando durante horas, pero eso no importaba en absoluto.

De pronto, el cielo comenzó a oscurecerse y llegaba un olor fétido desde las alturas. El sentimiento alegre se desvanecía lentamente mientras llegábamos a Verdehumo. Decidimos bajar un poco la altura, para poder ver mejor. Estaba lleno de musgo y cloacas sucias, barro y cuevas apestosas. Lo que nos sorprendió, es que ya nos estaban esperando. Mi rostro se puso pálido al ver una estampida de orcos mirando hacia el cielo en estado de alerta. Intenté avisar a los demás pero los orcos ya nos divisaron y empezaron a lanzar enormes piedras al cielo con ayuda de herramientas mágicas.

Una piedra me golpeó la cabeza, todo se puso negro. 

Entreabrí los ojos. Mi vista estaba nublosa, no veía casi nada, todo estaba muy borroso. Me toqué la cara y noté algo líquido resbalando por mi frente, algo rojo. Sangre. Casi me desmayo otra vez al notarlo y al ver mi mano borrosa, llena de sangre. Miré hacia el frente. Estaba tirada en frente de un trono de metal oxidado, con alguien sentado ahí. No podía distinguir quién era, por el hecho de que seguía sin ver bien y el sujeto llevaba una máscara. Al lado, se encontraba una chica. Una chica de pelo largo y negro que vestía con una túnica roja con pétalos dorados. ¿Pelo negro y largo? ¿Mónica? 

Eso me recordó a algo. ¡Mi sueño! Miré alrededor. Todos estaban atrapados en burbujas flotantes que parecían muy resistentes. Alex y Jacob estaban desmayados en la burbuja flotante. 

- Mirad quién está aquí después de tanto tiempo -dijo el sujeto, claramente tenía un cambiador de voz, estaba segura-

- ¿Quién eres y para qué nos quieres a nosotros? -le grité-

- Oh, mi querida Emma, ¿Ya no te acuerdas de mí? Haz memoria.

 Mi mente no podía pensar, estaba desconcentrada, asustada y super confundida. No se me venía ninguna opción a la mente. Mónica soltó una sonrisa satisfactoria. El sujeto se quitó la máscara y mostró el rostro. Lo que ví me dejó sin palabras. Era Dan, con expresión fría. Seguía siendo Dan, pero algo había cambiado en él, algo que había hecho su corazón pasar de la persona más tierna y amable del mundo a un frío y malvado villano. Tenía grandes ojeras debajo de los ojos y un delineado fino y perfecto. Su pelo seguía pareciendo muy suave. Aunque sus ojos solo reflejaban oscuridad.

- ¿Dan? -grité-

Oí a Derek y a Alicia gritar lo mismo, sorprendidos.

- Veo que me habéis echado de menos -contestó con voz ronca-

- Pues claro que sí, hemos venido a sacarte de aquí -dije con el corazón hecho pedazos- No se qué te ha hecho esta gente, pero ya estás con nosotros, salgamos de aquí.

- ¿Sacarme de aquí? -se rió sarcásticamente- ¿Que qué han hecho ellos? Enseñarme la verdad sobre vosotros.

- ¿La verdad? -preguntó Alicia-

-  Dan, no tienes por qué hacer esto. Ven con nosotros, vuelve a casa -exclamó Derek-

Dan miró a Derek con una sonrisa irritada.

- ¿Y me lo dices tú? Tú, que te follaste a tu mejor amiga mientras yo estaba desaparecido -gritó-

Todos se quedaron atónitos.

- No te preocupes, no ví nada más que el principio, no ví otra cosa -intentó calmarse un poco- Nunca sabrás lo que se siente estar enamorado de alguien y que ese alguien, mientras tu estés desaparecido se folle a alguien como si no le importara una mierda -volvió a alzar el tono-

- ¿Te gusto? -se quedó atónito Derek-

- Pues claro que me gustabas pedazo de imbécil -gritó con lágrimas en los ojos-Siempre me gustaste. 

Nadie se podía creer que estaba pasando. 

- Estuve deambulando solo por este mundo, asustado, confundido, herido. Ellos me encontraron y me coronaron rey para romper una profecía y dominar el mundo. Me enseñaron la verdad de vosotros.

Estábamos confusos y doloridos. Me llevé la mano a la boca, con lágrimas en los ojos.

- Y ahora que me queréis de vuelta, os haré pagar -dijo Dan con tono siniestro y satisfecho-

El bosque de los secretosWhere stories live. Discover now