Sentimientos en la costa

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Emma

 Me desperté con un dolor de pies increíble. Estuvimos bailando toda la noche. Miré a Alicia durmiendo encima de Derek, ambos roncando. Sonreí débilmente y recordé lo sola que estaba, me daba igual pero algo dentro de mi quería ser amada. Poco a poco se fueron despertando todos.

 Mientras desayunabamos, Derek propuso:

- Vivir en casa de los padres de May es genial, pero imaginaros explorar el mundo. Ser viajeros, ir por hoteles.  

- No veo porque no -dije emocionada-

Los padres de May nos dieron algo de dinero, comida y partimos en busca de aventuras. 

Nuestro primer destino fue un pueblo costero, en una ciudad llamada Celestia. A medida que avanzabamos, el entorno iba cambiando. Comenzaban a haber menos árboles y más palmeras. Se oía la brisca fresca y el olor a playa aumentaba cada vez más. El sonido de las gaviotas se oía cada vez más cerca. Emocionados, aumentamos el ritmo. Cruzamos un camino empedrado y nos quedamos asombrados por el paisaje.

Había mucha gente. Por la calle, en los restaurantes, en la playa. Hacía muchisimo calor. Entramos en la primera tienda que vimos, muriéndonos de calor. 

Nos compramos ropa veraniega y unos bañadores. No nos podíamos quedar sin bañarnos en esas preciosas aguas cristalinas. Corrimos hacia allí y nos tiramos al agua. El agua era casi transparente, habían muchos peces y conchas preciosas.

Me sumerjo en el agua cristalina y siento como el frescor acaricia mi piel, ignorando el calor asfixiante del día. Cierro los ojos y dejo que las suaves olas me envuelvan. Esto es vida. Ojalá quedarme aquí para siempre. No quiero volver a mi casa. Todo volverá a ser aburrido, todo será como siempre, la misma rutina. Este es el tipo de momento que desearía que durara para siempre.

Jugamos un buen rato, saltando las olas y haciendo competiciones entre nosotros.

Después de un tiempo, salimos del agua y nos tumbamos en la cálida arena. El sol brillaba alto en el cielo. Había un ambiente relajante. Derek fue a comprar helados para todos mientras Alicia y yo hablábamos sobre este paraiso.

Derek volvió con unos apetitosos helados. El sol iluminaba nuestras caras, aunque el sabor frío del helado hacia que no nos importara. Después de disfrutar de nuestros helados y de un momento de relajación en la playa, decidimos explorar un poco más el encantador pueblo. Propuse ir a un puerto cercano. Caminamos tranquilamente mientras observabamos a nuestro alrededor.

Al llegar al puerto, nos quedamos fascinados, barcos de todos los tamaños y formas se alineaban a lo largo de los muelles, desde pequeñas embarcaciones pesqueras hasta elegantes veleros y majestuosos barcos mercantes. A lo largo de los muelles, se encontraban diversos comercios y tabernas, ofreciendo productos locales y comida típica para los visitantes y los trabajadores del puerto. El bullicio de las negociaciones y las conversaciones creaban un ambiente animado. Se veía un gran faro rojo y blanco a lo lejos.

Seguimos caminando, emocionados, pero nos topamos en frente de unos intimidantes tipos. Vestian ropa desgastada, pañuelos en la cabeza y algunos hasta tenían patas de palo. Sin duda alguna eran piratas. Sin embargo, entre aquellos hombres atemorizadores, uno destacaba de manera particular. Era un pirata distinto, con una mirada más suave y unos rasgos que reflejaban una sensibilidad inusual para alguien de ese tipo. Sus ojos se posaron en mí con una gran intensidad que me dejó sin aliento, como si hubiera encontrado algo que había estado buscando sin saberlo. Su mirada era intimidante pero algo tonta a la vez. 

Tenía un pelo corto de aspecto muy suave. Tenía unos pelos un poco despeinados por arriba, parecían plantitas, me daban muchas ganas de tocarlos. Era flaco y bastante alto (y super guapo)

El bosque de los secretosWhere stories live. Discover now