13. Cabeza vs Corazón.

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... Un tiempo después...

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Ahí estaban las palabras en la punta de la lengua. Aquellos deseos prohibidos desde el fondo de su corazón, empujando y atropellando la expresión verbal en un intento por decirle lo que necesitaba y añoraba de él; pero él se impulsó hacia adelante, y emprendió un jugueteo con la lengua, recorriendo provocativamente con los dedos su torso, y así evitando que libere aquello que quería decir. 

Decidió entonces que evocaría esas palabras después, y que continuaría con el pequeño juego sexual que Aioria había comenzado; no obstante, así como esa oportunidad fue interrumpida, siguieron otras más.

Pensó, mientras le sostenía la cadera con sus dedos largos y níveos, que podría decírselo ahí mientras lo escuchaba gemir y aferrarse sobre la cama, restregando su cuerpo en busca de un poco más de él, y el placer que sentía en ese momento; sin embargo, el resonar en la excitación de aquel, contra las paredes de la habitación era demasiado para no perder las ideas, el valor, y la propuesta. 

Al vaciar todas sus fuerzas y dejarse caer encima de él, agotado, sudoroso, y al mismo tiempo feliz, intentó recordar cuántas veces había tratado de decírselo, y cuántas más terminaron enredados en aquella pasión descontrolada, sin que pudiera hacerlo realmente. 

Debería dar por hecho que eran pareja después de eso, pero Aioria no parecía comprender lo que sentía si no era totalmente honesto con él, entonces, sí lo decía, el león tendría la opción de aceptar sus sentimientos, o rechazar sus intenciones; además, Shura necesitaba algo más que ese encuentro oculto y apasionado. Quería su compañía abiertamente, y hacer del conocimiento colectivo que estaban juntos, lo que incluía definitivamente a Aioros...

El castaño suspiró en medio del silencio roto por el ruido de su respiración entrecortada. Shura le dio un beso sobre la espalda, y se apoyó en las manos para tirarse a un costado de cara al techo, mientras el felino continuaba boca abajo.

Tenía tantas cosas que decirle, varios sentimientos amontonándose en su contra, por obtener libertad, por desprenderse de sus labios y hacer conocedor al otro de ellos, aunque, estaba seguro de que ya los sabía...

—¿Cuánto tiempo durará esto...?— Dijo él en voz alta, intentando recuperar la respiración.

Shura abrió los labios, pero no dijo nada. 

"¿Esto...?", se preguntó con cierta inseguridad. 

—He intentado...— comenzó a decir, pero fue interrumpido por el león. 

—Creo que ha durado lo suficiente—. Puntualizó con cierto enfado, o al menos, eso fue lo que Shura percibió en su voz.

¿Acaso estaba molesto? 

El pelinegro levantó una ceja, confundido.

—¿Crees que deberíamos terminar...?— Se aventuró a preguntar, volcándose sobre su brazo para tener una visión más amplia de aquel. El ojiverde sonrió.

—Si estuviera en nuestras manos, tal vez lo podríamos intentar—. Contestó. 

Como respuesta, el otro volvió a acomodarse de cara al techo, tamborileando los dedos en su propio estómago, tan perdido y confundido como si estuviera resolviendo un crucigrama. 

—¿Quieres terminar, o lo quieres intentar? No te entiendo...— Se aventuró a preguntar. El castaño finalmente lo miró. 

—Quiero que Milo termine esa farsa con Camus—. Expresó—. Sí Kanon no está interesado en él, no entiendo por qué continuar con eso... Yo soy su amigo, podría habérmelo pedido—. El español tragó saliva con dificultad en el momento que algo le hizo clic en el cerebro:

Jugando con FuegoWhere stories live. Discover now