07 Jugando con fuego

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(Link al capítulo 7 original en el primer comentario)

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El día anterior, después de trazar el pequeño plan en favor de Camus y las intenciones por cumplir su “rutina” matutina con Saga, tanto Milo como el galo pasaron todo el día encerrados en el octavo templo para aparentar una romántica luna de miel en caso de que Kanon, Aioria o algún otro fuese a buscarlos…

Sin embargo, en el interior de dicho recinto, en realidad, solo pasaron el tiempo alejados el uno del otro, discutiendo por ahí sobre absurdas trivialidades, y comiendo… Sí, a Milo le gustaba comer, y para su desgracia, Camus, aunque cocinaba maravillosamente bien, en su mayoría tenía una dieta compuesta por verduras y cosas sanas que estaban muy alejadas del menú que el griego habría esperado.

La idea de pasar el tiempo juntos, a primera vista, sonaba bien; sin embargo, continuaban teniendo sus diferencias, porque ‘el orden’ que mantenía Milo respecto a sus cosas en el templo era muy diferente al que tenía Canus con las suyas. El griego podría dejar un plato sucio sin sentirse ansioso por olvidarlo durante horas, no obstante, el galo requería verlo escurrido y acomodado en la gaveta antes de pasar media de hora.

Siendo un invitado no podía opinar acerca del templo, pero se alegró de encontrar algo en que pasar el tiempo mientras Milo entrenaba en su propio gimnasio o pasaba el rato por ahí, lejos de él.

Lo más divertido en el galo, por supuesto, era su vergüenza ante el cuerpo del escorpión o sus pequeños acosos por aquí y por allá, que llegaron a lo largo del día, con sugerencias ligeramente indecentes o toques que pasaban los límites del otro, y que solo terminaban una vez que el aguador amenazaba con congelarlo, o cuando bajaba la temperatura de la habitación por su nerviosismo.

Camus era gracioso con su muy singular forma de ser, y quizá a Milo hasta le agradaba un poco…

De acuerdo, le agradaba un poco más de eso. Y después de su tercer día juntos, lo confirmó.

Como parte del plan de Milo, la brillante y ostentosa armadura de escorpio cubrió su cuerpo, con el propósito de revestirlo para bajar al pueblo, el día en curso, media hora más tarde que el galo se fuera. Solo tenía que portarla y pasar a Géminis para visitar a Camus, quien en ese momento estaba en la compañía de su “buen amigo” Saga; hacer algunas cosas de novio delante de él, y luego despedirse para ir al pueblo a pasar el rato.

Así que, aquel día, ataviado con su armadura dorada, como un novio cualquiera, con la confianza que Acuario debía inspirarle, Milo penetró en el tercer templo del zodiaco con la intención de buscarlo mientras desayunaba con uno de sus amigos…

Si sus cálculos eran correctos, y el plan había sido no solo bien trazado, sino bien ejecutado, Saga le habría dado un buen consejo a Camus para que conquistara a su ‘novio’, o estaría tan molesto que querría matar a Milo por serle infiel; confirmando, o negando cualquier sentimiento que tuviera por él.

De ese modo, si el galo recibía la primera opción, tendría que estar listo para la despedida, más que para un segundo intento. Habían hablado de eso, y por supuesto discutido ligeramente de ello. Camus parecía seguro de lo que haría, pero Milo pensaba que aunque en teoría fuera fácil decirlo, desprenderse de ese sentimiento iba a ser más que doloroso.

Podían suceder muchas cosas, y él se sentía listo para enfrentarlas todas.

Todas menos una…

—Veo que me extrañas…— Se burló Kanon, avanzando hasta él.

Milo suspiró mientras se reprendía mentalmente, porque se concentró tanto en lo planificado con el aguador, que se olvidó de la efímera posibilidad de encontrarse de frente con el ex dragón marino.

Jugando con FuegoWhere stories live. Discover now