01 Comienza el juego

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(Link al capítulo 1 original en este comentario)

Antecedentes:

Era muy pequeño cuando llegó a aquella región santa de Grecia, al lugar que estaba consagrado a la Diosa que su constelación guardiana le obligaba a custodiar.

De niño solía ser tímido, y aunque tenía una amistad importante con Aioria y Mu en su infancia, desarrolló cariño y apego con un chico mayor que él, que había luchado por ganarse su confianza desde el principio. Su nombre era Kanon, y lo rebasaba por algunos años de edad. Era el hermano gemelo de Saga, y aunque parecían físicamente iguales, Kanon tenía el cabello ligeramente verdoso. Ambos eran griegos, por lo que no fue muy difícil encontrar más de una cosa en común y convertirse en su compañía, su apoyo... su todo.

Ahora contaba con casi veintiún años, una edad que le daba la experiencia necesaria para entender las emociones que ese hombre de ojos verdes despertaba en él; tales como esos celos infundados cuando lo veía reír con otra persona que no fuera él, las veces que con solo mencionarlo no podía controlar su propia emoción mientras pensaba en él, o cuando sus ojos eran encantados con su silueta, y era imposible no idolatrar otra cosa con ellos que no fuera su cuerpo, o controlar las reacciones que cada atención de este daba cuando estaban juntos.

En el pasado, ambos se habían convertido en amantes, como en aquellas historias de espartanos, donde el alumno se convierte en ese algo más del maestro; y si bien su relación había atravesado la ambición y el deseo de venganza de Kanon, así como la muerte, la traición y todos los problemas en el Santuario, lo cierto es que superar todo eso fue difícil, para mantener en la actualidad una relación que solo el sexo podía definir.

Milo, por supuesto, esperaba algo más de Kanon, pues no quería que su relación se basara únicamente en demostraciones físicas sin control; pero tampoco quería parecer cursi o inmaduro mientras esperaba escuchar de él algo que parecía no llegar jamás.

Milo tuvo el valor de revelar sus sentimientos ante Kanon, y la voluntad para esperar una respuesta positiva; sin embargo, pasaron muchos años desde ese entonces y él había cambiado totalmente. La persona con quien compartió tantos momentos de soledad no era la misma. Y aun cuando el mayor correspondía sus sentimientos de forma física, no parecía hacerlo en la misma forma intensa como Milo, sin aquellas palabras que expresaran la necesidad ferviente de él.

Aquella vez no fue diferente a las otras. Kanon y él tuvieron uno de esos encuentros íntimos de cada noche, y, al desbordarse y culminar su rito, el gemelo se levantó en silencio de la cama, colocándose nuevamente su ropa, sin mirarlo o expresar algún tipo de palabra o adiós.

El octavo guardián odiaba a muerte esas despedidas, y en aquel momento, mientras observaba con sus pupilas abatidas como el mayor terminaba de colocarse los pantalones, ideaba la mejor manera para que Kanon reaccionara y entendiera que aquella situación no podía ser eterna, que tarde o temprano él se cansaría de su trato por mucho que lo amara.

Pero, ¿cómo resolver aquel problema?

¿Qué método sería el más apropiado para hacerle despertar?

Tal vez la respuesta se encontraba más cerca de lo que él imaginaba...

(...)

La constelación de Acuario lo había escogido para defender aquel onceavo templo, aun cuando él no se sentía con la capacidad de hacer frente a su responsabilidad; no si apenas contaba con seis años, hablaba un idioma ajeno al de aquella región, y se sentía completamente solo. Para su fortuna, uno de los postulantes a santo dorado le hacía compañía. Se trataba de uno de los gemelos del santuario, cuya única diferencia era el cabello y la personalidad: Saga, próximamente santo de Géminis, se tomaba las cosas demasiado en serio, con una disciplina radical que para sus compañeros rayaba en lo absurdo.

Jugando con FuegoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt