48 | Antes de la medianoche

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48 | Antes de la medianoche


Scarlett

—¿Cuánto más falta para que lleguemos? —le pregunto, sintiendo la impaciencia crecer en mi voz.

Intento mantener el equilibrio mientras Christopher me cubre los ojos. No puedo ver nada, no sé a dónde vamos, y la incertidumbre me está empezando a poner nerviosa. 

—Ya falta poco, tranquila —me asegura.

—Le prometí a mis papás que estaría en casa antes de la medianoche —murmuró, luchando por mantener el paso.

Christopher detiene el paso, pero sus manos permanecen firmes sobre mis ojos. Puedo sentir su cercanía cuando se inclina hacia mí y su aliento tibio roza mi oído.

—¿Y yo? —pregunta, con un tono juguetón—. ¿Estoy incluido en ese plan?

Una sonrisa se dibuja en mis labios ante su gesto travieso.

—Por supuesto que sí, tonto. ¿Acaso tienes algo mejor que hacer?

Continuamos unos pasos más en silencio, y de repente, él retira sus manos de encima de mis ojos y me abraza por la cintura.

Una hermosa vista se despliega frente a nosotros. Estamos en lo alto, en una especie de mirador. Desde aquí, se puede ver toda la ciudad extendiéndose bajo la luz de la luna. Luces vintage cuelgan de los árboles, iluminando el lugar con un encanto especial.

La magia del momento me envuelve por completo.

—Eres lo mejor que me pasó este año.

Nos miramos a los ojos por un rato, y siento que mi corazón comienza a latir más rápido. Es en ese instante, mientras me sumerjo en esos ojos verdes que parecen contener el universo más bonito, que me doy cuenta de que él es todo lo que siempre he buscado.

Es ahí, donde el tiempo consigue pararse con una respiración más cerca de lo normal. Es ahí, donde donde no tengo miedo a ser vulnerable, donde puedo sacar a pasear mis monstruos internos, donde no tengo que aparentar ser alguien más. Donde mi niña pequeña se siente segura, donde puedo abrir mi corazón, donde quiero quedarme a dormir y no quiero irme.

Es él.

Él interrumpe mis pensamientos con una sonrisa y pregunta:

—¿Por qué me miras así?

Me doy cuenta de que se ve increíblemente guapo en este momento, con la luz de la luna bañando su rostro. Me pregunto cómo es posible que no haya perdido la cabeza desde el momento en que lo conocí. Pero luego me doy cuenta de que eso ni siquiera es lo que más me gusta de él.

—¿Así como? —le pregunto, devolviéndole la sonrisa.

—Como si estuvieras loca por mí.

Siento su calidez envolviéndome y, al mismo tiempo, una lucha interna se desata en mi mente y corazón. ¿Cómo es posible que sea tan perfecto y, al mismo tiempo, tan irritante? Odio cómo todos mis sentidos parecen traicionarme al estar cerca de él, pero también amo esa sensación de saber que puedo perderme en él y no correr ningún peligro.El calor sube a mis mejillas y, tratando de disimular mi turbación, le digo:

—Son solo ideas tuyas, Chris.

Él se ríe y me acerca aún más a él, su mirada intensa.

—¿Estás segura?

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora