8 | Necesito que me cuides

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8 | Necesito que me cuides

Scarlett

Algunas cosas en nuestras vidas son inevitables.

Nunca en mi vida fui a una fiesta, ,mucho menos una al otro lado de la ciudad y por supuesto que nunca imaginé que terminaría liándome con un desconocido. Todo desafiaba las posibilidades, como si el destino se estuviera burlando de mis meticulosos planes.

Llevo toda la mañana tratando de convencerme de que ni siquiera me importa lo que él decida hacer. Mi plan sigue siendo aburrir a mi padre con el tema del novio falso hasta que se le olvide.

Pero aquí estoy, esperando la próxima estupidez que se le ocurra hacer a Christopher. Y lo peor de todo es que ni siquiera sé con certeza en qué consiste el trato que hicimos. Estoy furiosa conmigo misma por haber caído tan bajo ante los caprichos de un riquillo, dejando a un lado toda mi dignidad y mis valores.

El lado positivo es que accedió a darme el dinero, aunque no especificó cuándo.

Mierda.

¡Qué estúpida fui!

¿Cómo no se me ocurrió decirle que me urgía el dinero? ¿Cómo se lo pediré ahora que ni siquiera tengo forma de contactarlo? ¿Cómo pedírselo sin que parezca que estoy desesperada?

Antes de que pueda siquiera comenzar a abordar alguna de esas preguntas, escucho el sonido insistente de una bocina de automóvil frente a mi casa.

Me pregunto quién diablos podría ser a esta hora.

Aun me falta peinarme para ir a la universidad, pero la curiosidad me impulsa a asomarme a las gradas para ver quién está afuera tocando la bocina de manera tan impaciente. Escucho la voz profunda y sexy un hombre conversando con mi padre.

—¡Hola, señor Borgelies! —Mis ojos se ensanchan de sorpresa y nerviosismo al reconocer la voz de Christopher.

— ¡Christopher, qué sorpresa verte! —responde mi padre con entusiasmo—. Tenemos tanto de qué hablar. ¿Por qué no entramos y discutimos algunos negocios?

— Claro, señor Borgelies, sería un gusto. Pero tengo una cita en unos minutos y no quisiera hacerle esperar. ¿Podríamos agendar una reunión para el viernes?

— ¡Oh, por supuesto! El viernes está bien. Nos vemos entonces.

Bajo las escaleras justo a tiempo para encontrarme con él. Antes de que pueda reaccionar, me rodea con un abrazo, su mano se desliza sutilmente por mi cintura. Intenta bajarla, pero sin dudarlo, le doy un codazo en las costillas con firmeza para que se comporte.

Luego, como si eso no fuera suficiente, intenta darme un beso. Rápidamente, muevo la cabeza para evitarlo, lanzándole una falsa sonrisa a mi padre, deseando fervientemente que no se dé cuenta de lo que está pasando.

— ¿Lista para que te lleve a la universidad, princesa? —pregunta con una sonrisa pícara.

Asiento con una mirada fría, deseando con todas mis fuerzas que esta situación termine pronto. Que tenga cuidado, porque si sigue así, no sé cuánto tiempo podré contener mis impulsos de abofetearlo.


Christopher

—¿Puedes dejarme en la siguiente parada? 

No pienso responder a esa estupidez.

—Christopher, te estoy hablando. Déjame en la parada —insiste, con un deje de impaciencia en su voz.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora