19 | Estoy aquí para ti

2.4K 204 50
                                    

19 | Estoy aquí para ti


Scarlett

Tuve un sueño muy extraño en el que Christopher se aparecía otra vez en mi cuarto. Sé que fue solo un sueño porque no está en el sillón donde lo dejé, ni en mi cama. Es solo mi mente jugándome una mala pasada.

Me levanto, consciente de que será un día duro, y sigo con mis quehaceres como siempre. No sé si Chris vendrá a recogerme. De hecho, no sé nada de él desde que lo dejé en la estación de autobús. Ni siquiera puedo llamarlo porque seguramente no tiene su teléfono. ¿Por qué debería importarme lo que haga Christopher?

Salgo de casa para dirigirme a la estación de autobús, con la mente todavía nublada por la incertidumbre sobre su paradero. ¿Vendrá a buscarme o no? Pero justo cuando pongo un pie en la acera, diviso el inconfundible auto negro estacionado frente a mi casa. Su figura atlética se recorta junto a la puerta, como si estuviera esperándome.

Él se gira hacia mí y abre la puerta con una sonrisa.

—Hola, dormilona —saluda con un tono ligero, aunque noto algo diferente en su expresión.

Lo miro con curiosidad, preguntándome dónde estuvo y por qué está aquí ahora.

—¿Dónde estuviste anoche? —le pregunto, tratando de mantener mi tono casual.

Su respuesta sarcástica me toma por sorpresa.

—¿Ya olvidaste que dormimos juntos? —responde con una sonrisa burlona.

Le doy un golpe en el brazo, un gesto de frustración mezclado con incredulidad, antes de subir al auto.

—Desapareciste sin dejar rastro —le recrimino mientras cierro la puerta del auto.

Él enciende el vehículo y responde con un encogimiento de hombros.

—Esa era la idea.

—Pensé que me lo había imaginado —digo, con un tono de voz más bajo, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.

Cuando pone en marcha el vehículo, hace rugir el motor solo porque puede darse ese lujo. El sonido resuena a través de la calle mientras acelera, dejando atrás mi casa. Debería estar acostumbrada luego de tres semanas.

Después de un momento, suena el teléfono de Christopher, interrumpiendo el silencio del auto y él contesta en altavoz.

—Hasta que te dignas a responder —dice la voz de su madre al otro lado de la línea.

—Hola, madre —responde Chris con un tono neutral—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien. Escucha, estaba pensando en invitar a Connor al almuerzo. ¿Te parece bien? —pregunta su madre.

—Mmm... Sí, está bien —responde, aunque su voz suena algo forzada, incapaz de ocultar la incomodidad que le provoca la idea.

—Y también podría decirle a tu padre, hace mucho que no lo ves —continúa su madre, ajena al malestar de su hijo.

Chris guarda silencio por un momento antes de responder.

—Creo que esta vez será mejor que no venga —responde, con una nota de incomodidad en su voz.

Chris aprieta con fuerza el volante, sus brazos se tensan, y su mandíbula se contrae involuntariamente ante la mención de su padre.

—Te aseguro que él estará feliz de ver que al fin te has comprometido en una relación.

—Ya te dije que no. —Su respuesta es más pausada, como si cada palabra fuera un esfuerzo.

—Está bien. Hablaremos después. Cuídate mucho, ¿de acuerdo? —dice su madre antes de despedirse.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora