25 | Ángel de la guardia

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25 | Ángel de la guardia


Christopher

—Si todo sale bien, dentro de cinco meses tendré mi título —explica Scarlett.

Percibo su nerviosismo.  No es para menos, especialmente con la mirada desaprobatoria que mi madre no deja de dirigirle. Intento tranquilizarla con una sonrisa, pero sé que será difícil mientras mi madre siga actuando de esa manera

Entonces, el Sr. Borgelies interviene con un comentario aparentemente inocente que me hace sentir como si un cubo de hielo se hubiera vertido sobre mí.

—En una de esas podrías terminar trabajando con Christopher —bromea, y siento cómo mis entrañas se retuercen de angustia. Maldita sea.

—Sería bueno que montaran una empresa juntos —añade.

—¿Christopher? ¿Una empresa? —Es la primera vez que mi padre habla en toda la maldita noche y solo para joderme la vida.

La risa estruendosa de mi padre resuena en el salón, creando un silencio incómodo que parece durar una eternidad. Incluso el mesero que estaba sirviendo agua parece detenerse por un momento, como si estuviera contemplando la escena con simpatía. Me siento como si estuviera en medio de un espectáculo de circo y yo soy el puto payaso.

—Por favor, ¿estamos hablando de este Christopher? —agrega, y su comentario me golpea como un puñetazo en el estómago.

—Claro padre, ahora Christopher trabaja conmigo —interviene mi hermano. 

Scarlett toma mi mano debajo de la mesa cuando siento que estoy a punto de desplomarme. 

 —Oh, vamos. Christopher es incapaz de terminar una tarea simple sin ayuda. ¿Cómo esperas que maneje una empresa? —añade mi padre con una sonrisa burlona.

Su comentario hiere mi orgullo, pero sé que no puedo dejarme llevar por la ira en este momento. Respiro hondo y trato de mantener la compostura, aunque por dentro estoy ardiendo de frustración.

—Pues entonces, esperemos que la compañía no dependa de él —responde mi padre con una risa sarcástica.

—Tal vez deberían hablar con Christopher afuera, Erik —le dice mi madre sin saber muy bien qué hacer.

—¿Para qué? ¿Para que podamos pelearnos a puñetazos al viejo estilo? A él le encantaría. ¿No es eso lo único que sabe hacer? —mi padre responde con amargura.

—Tendrías que...

—¿Madurar? ¿Es lo que ibas a decir? Es lo que me has dicho desde que tengo memoria. —interrumpo, sintiendo la frustración burbujeando dentro de mí.

—Su hijo tiene un increíble talento —interviene Scarlett — Es una persona centrada. Extraordinariamente inteligente. Y decisiva que podría hacerlo si él quisiera. Podría ser lo que le diera la gana.

—¿Qué? ¿Ahora tu chica te defiende?  —me provoca mi padre, buscando una reacción.

—No te atrevas a hablar de ella —murmuro, recordándome que los padres de Scarlett aún me observan con atención.

—Erik, basta ya —le reprocha mi madre

—Solo quería darle un empujoncito —se disculpa mi padre, aunque su tono no es del todo convincente.

—Christopher no necesita que nadie le diga qué hacer —continúa Scarlett, su mirada fija en mí con una intensidad que me hace sentir vulnerable.

Lo voy a matar cuando salgamos de aquí. Lo voy a desaparecer y donaré su fortuna a un montón de vagabundos para que mi padre se retuerza en su tumba de la rabia.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora