Después de la muerte de sus padres, Eliza Swan fue acogida por su hermano mayor, Charlie, y desde entonces vive con él en Forks.
A sus 18 años, lo único que Eliza quiere es disfrutar de cada momento de su juventud, y preferiblemente con cierto médic...
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"Teoría".
— ¿Puedo saber dónde estaba, jovencita? — preguntó Charlie mirando a la joven que saltó un poco del susto.
Eliza se llevó la mano al pecho para comprobar si su corazón aún latía, pues después de un susto de esa magnitud podría haber jurado que sintió que su alma salía de su cuerpo y regresaba un par de veces.
— ¡Maldita sea, Charlie! — Swan lo miró aún en shock. — ¿Por qué últimamente todos intentan matarme antes de tiempo? — se cuestionó más la morena para sí misma.
Charlie negó con la cabeza.
— No te desvíe, Eliza, estaba preocupada. — murmuró el hombre serio.
— Te dije que me iba, te dejé un mensaje en el celular. — ella se encogió de hombros, parpadeando inocentemente. — Además, también le pedí a Bella que te hiciera saber que estaba bien. — la chica hizo una falsa expresión de sorpresa. —¿Ella no te lo dijo?
El mayor suspiró, poniendo los ojos en blanco discretamente antes de volver a mirarla.
— Está bien, pero ¿con quién volviste a salir?
El Swan alzó una ceja inquisitiva.
Eliza se mordió el labio inferior, pensando qué decir a continuación. De acuerdo, no podía ocultar que estaría viendo a Carlisle para siempre, pero tampoco estaba de humor para enfrentar este desafío sola.
— Entonces, hermanito... — Eliza se acercó al hombre, fingiendo ajustarle el cuello de su camisa a cuadros, bajando hasta los botones. — Llega un momento en la vida de una chica que empieza a tener intereses... digamos intereses más intensos en el sexo opuesto, o puede ser en el mismo sexo también, porque el amor es algo libre, ¿sabes? Está bien que te gusten ambos, o solo uno, o todos. — Swan comenzó a parlotear, la cabeza de Charlie comenzó a girar con tantas palabras sin sentido lanzadas al aire a la vez.
Él la sostuvo suavemente por los hombros y la hizo para mirarlo.
— ¿Me puedes explicar mejor? — cuestionó el hombre confundido.
Eliza sonrió de las, abriendo la boca para otro discurso de distracciones, pero para su felicidad no necesitó decir nada más cuando sonó el teléfono
Charlie frunció el ceño, encontrando extraña una llamada a esa hora de la noche.
— No te muevas de aquí, ya vuelvo. — señaló Charlie dirigiéndose al teléfono.
Swan suspiró. Al menos ahora tendría un poco de tiempo para encontrar una excusa, o una manera de solucionar la situación, o simplemente contarlo todo de una vez, después de todo, no tenía intención de dejar que el hombre de sus sueños se escapara ni siquiera por un momento.
Cuando Charlie regresó, su rostro era extraño, desanimado e incluso triste. Eliza se acercó al hombre, preocupada.
