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"Desaparición"

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"Desaparición"



Que Bella no había comenzado el día con una sonrisa, saltando de felicidad, ni nada por el estilo, Eliza ya lo había notado. Sin embargo, el ceño fruncido en el rostro de la joven Swan de camino a casa la sorprendió un poco, después de todo, parecía estar bien cuando se encontraron en la cafetería antes.

—Sucedió algo? — Eliza rompió el silencio que se había instalado en el auto desde que salieron de la escuela. — Si alguien se metió contigo, puedes decirme que mañana pondré fin a la carrera...

— Está bien, Liza, no es necesario. — Bella finalmente esbozó una sonrisa, aunque fuera mínima.

—Entonces, ¿vas a decirme por qué todo este problema?

— ¿Huelo mal? — preguntó de repente la más joven.

Eliza frunció el ceño, se acercó a la castaña y aspiró su aroma a fresa.

—No. — Respondió alejándose nuevamente. —Hueles a fresas. Personalmente no es mi esencia favorita, pero es agradable. ¿Por qué?

—Edward Cullen. — murmuró Swan, agarrando con más fuerza el volante entre sus manos.

Liza había notado el fuerte interés de su sobrina en la mesa de los Cullen antes, especialmente en ese Edmundo. No le prestó mucha atención, la gran mayoría de la gente tenía cierta obsesión con ellos, no se podía negar que cinco adolescentes irritantemente perfectos no pasaban desapercibidos en ningún lado.

Y bueno, ¿quién era ella para juzgar la obsesión de alguien por un Cullen?

— Oh eso. — Murmuró soltando una risa nasal. Bella la miró de reojo, sin entender su reacción. —Relájate Bells, los Cullen son realmente raros. Mejor ni siquiera intentar entenderlos.

— Eliza. — Dijo Bella en tono de reprimenda

—¿Qué? — Cuestionó la joven. — No dije bichos raros en mal sentido, solo quise decir que son excéntricos. Viven en su propio pequeño mundo. Yo también soy así. — Se encogió de hombros.

La más joven estacionó frente a la casa y suspiró, volviéndose hacia Eliza.

— Fue tan extraño y... humillante. — admitió Bella. — Se mantuvo lo más lejos que pudo de mí, y era mi compañero, literalmente se escapó de mí como el diablo huye de la cruz y hasta lo pillé intentando cambiar de clase cuando fui a entregar las firmas de los profesores.

—Es... — murmuró Eliza sorprendida. Los Cullen nunca fueron las personas más sociables del mundo, pero tampoco habían sido groseros ni molestos con nadie hasta ahora. — Es difícil defender así.

Las dos salieron del auto y caminaron juntos hasta la entrada de la casa.

— Creo que lo enfrentaré mañana. — Comentó Bella quitándose el abrigo.

A LITTLE OLDER, Carlisle Cullen Where stories live. Discover now