El primer paso

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Saori no lo sabía, pero había empezado a practicar para la maternidad hacía tres años, cuando conoció a Hina en la universidad.

La rubia era un desastre andante a quien se topó en el baño de mujeres del último piso. Los otros siempre solían llenarse a la hora del receso de almuerzo, así que si deseaba tener un momento para poder refrescarse el rostro y descansar de sus estresantes clases, subía cuatro pisos por aquel momento de paz.

Momento de paz que acabó cuando la encontró llorando desconsoladamente porque su novio de la secundaria la había terminado por llamada telefónica. Y ella, una completa extraña, tuvo que escuchar su historia y consolarla. Saori era buena en eso, por suerte, y se quedó con ella por el resto del día. Hina no creía en las coincidencias, así que el hecho de que ambas estudiasen la misma carrera pero que se toparan de aquella manera, para ella había sido obra del destino.

Hina era una gran amiga, aunque algo despistada y a quien Saori constantemente debía cuidar. Vivía más en las nubes, que en la tierra. De sus cuatro niños, era la que más atención demandaba, seguida por Satoru.

—Estoy en Ichihara —explicó a través del teléfono.

—¿Qué? ¿Qué haces por allá?

—Satoru tenía algunas cosas que hacer por acá, así que pasamos la noche en un hotel.

—¿Y a qué hora vuelves?

—No lo sé. ¿Qué ocurre?

—Es que estoy fuera de tu casa, y tiene pinta de que va a llover.

—Hina, bonita, no regresaré pronto.

—¡Nanami aceptó la cita y no sé qué ponerme, Saori! Traigo la mitad de mi armario en una maleta.

Saori podía imaginarse la escena, porque cuando se trataba de Hina, cualquier exageración era posible.

—Bien, calma —suspiró, levantándose de la mesa para ir a la terraza—. ¿Cuándo es?

—El viernes.

—Hina, hija mía, recién es domingo.

—Entré en pánico. ¿Sabes lo rápido que pasan los días? Tengo que escoger la ropa perfecta, de esto depende si quedo solterona de por vida o no, amiga.

Rió por lo bajo casi con ternura. Nunca había escuchado a su amiga tan nerviosa por algo así.

—De acuerdo, entiendo. Mañana después de clases iré a tu departamento y afrontaremos la crisis, ¿está bien?

—No quiero cargar la maleta de regreso a mi casa.

—Déjala con la señora Tanaka, te la llevaré mañana.

—Eres un ángel, Saori.

—Estamos para servirle —bromeó—, pero no vuelva a llamar, ¿sí? Al menos en las próximas ocho horas.

—Sí, sí. Te dejaré disfrutar de tu fin de semana familiar —rió.

Cuando regresó a la mesa, Tsumiki y Megumi continuaban intentando encontrar los animales acuáticos en la servilleta lúdica para niños.

—Pedí que calentaran tu café, pensé que tardarías más —explicó Satoru ante la ausencia de la taza frente a Saori.

—Solo era una pequeña Hina-crisis.

—¿Está todo bien?

Saori asintió con una sonrisa, e hizo aquel gesto con su cabeza que indicaba que le daría más detalles cuando estuvieran solos.

—¡Ahí, Tsumiki!

—¡Ajá! El último. —Levantó la servilleta victoriosa mientras le sonreía a su hermano para seguidamente enseñársela con orgullo a Saori y Satoru.

Co-parenting || Satoru GojoWhere stories live. Discover now