Tenemos que hablar

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El rostro serio de Satoru Gojo daba algo de miedo, o eso pensaba Ijichi.

Saori, por su parte, también se preocupó cuando escuchó a su novio, a través de la línea, decirle esa frase con la que recordaba que muchos problemas empezaron en su pasado:

Tenemos que hablar.

La muchacha no sabía de qué, porque el insensato decidió llamarla justo antes de entrar en un velo para ocuparse de una misión. Le dio vueltas al asunto durante toda la clase. Si le hubiera pasado algo a los niños, no la habría dejado con la incógnita. Entonces, ¿de qué tenían que hablar?

Tuvo que apagar su teléfono para entrar al examen de la clase siguiente, así que no sabría nada más hasta su hora de salida. Si le iba mal, lo iba a culpar a él y lo obligaría a ayudarla a estudiar para el recuperativo.

El que tuvo que aguantar el silencio y poco característico humor serio de Gojo fue Ijichi, quien no se negó cuando le pidió que hiciera de niñero, principalmente por dos razones: No sabía decir que no, y muchos menos iba a escoger aquella ocasión para negarle algo a Satoru Gojo cuando tenía esa expresión intimidante en el rostro.

El joven comenzaba a considerar que quizá le convendría más prepararse para ser niñero a tiempo completo de los Fushiguro antes que ser asistente.

Mientras Saori caminaba a paso rápido hacia la salida para encontrarse con Satoru, su amiga le pisaba los talones, hablando agitada sobre su dilema de si ir a una gokon o quedarse esperando a que Nanami la invitase a una cita.

—¿Por qué no lo invitas tú?

Hina frenó sobre sus pasos, observando a su amiga como si se hubiese vuelto loca. Tuvo que correr un poco para volver a alcanzarla.

—No quiero que crea que estoy desesperada.

—Pero lo estás.

—Y él no tiene que saberlo.

Saori rió, deteniéndose a unos pasos de la salida. Le dio unas dulces palmaditas en la cabeza a su amiga.

—No te preocupes demasiado. Estoy segura que él aceptaría.

La rubia hizo una mueca mientras bajaba la mirada.

—Ya me estás tratando como a una de tus niños —bromeó.

—Bueno, mis niños a veces son más maduros que tú.

Hina rió por lo bajo, alzando la mirada y seguidamente dio un largo suspiro.

—Sé honesta. Yo lo supe inmediatamente cuando te vi a ti y a Gojo, y te lo dije. —Su mirada se veía algo seria esta vez, y tomó una bocanada de aire, mientras jugaba con sus dedos, nerviosa—. ¿Crees que debería intentar algo con Kento? Porque definitivamente es el tipo de hombre que he estado buscando, pero no sé si yo soy el tipo de mujer que le interesa. Además, es mucho más maduro que todos los chicos con los que he salido o que conocido. Incluso es más maduro que yo, y es menor.

Saori no pudo evitar ahogar un grito ante lo que acaba de notar.

—Realmente te gusta demasiado.

—¡Claro que sí! —replicó, aferrándose a sus libros—. Por eso tengo miedo de ser demasiado yo y arruinarlo antes de que si quiera empiece.

—Hina, bonita —suspiró Saori, tomándola por los hombros—, si realmente es para ti, le gustarás tal y como eres. Además, eres un mujerón.

Las palabras de Saori lograron tranquilizarla un poco, pero su mente seguía poniendo todo en la balanza. Lo peor que podía pasar, era que la rechazara, y ciertamente pensaba que para alguien que la había cuidado y soportado estando borracha, incluso si le daba un “no” como respuesta, sería muy gentil al hacerlo.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora