Capítulo 15: Explosión

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—   Doctor Watson, la señora Jones ha llegado. — dijo la joven enfermera por el umbral de la puerta de la consulta.

—   Gracias, Meredith. Dígale que pase. — respondió el doctor con su clásica y educada sonrisa.


Habían pasado unos días desde aquella conversación con Alice sobre la supuesta existencia de un hermano mayor. La joven le contó sobre una extraña visita aquella madrugada, pero que no sabía seguro si se trataba de un sueño o que realmente un tipo desconocido para ella se coló aquella noche en su habitación. También le habló sobre el sueño que tuvo de lo que parecía ser ella de pequeña junto con un niño unos años mayor que ella. Reconoció a su madre y a su padre en el sueño, pero igualmente seguía sin saber si se trataba de una casualidad.

No paraba de darle vueltas al tema. Hacía un par de años que Moriarty había desaparecido de sus vidas. Se marchó de Inglaterra, o al menos eso pensaban. Sherlock llevaba tiempo intentando perseguir su pista, pero era como si la tierra se lo hubiera tragado. Quería hablarle a Sherlock sobre el tema, pero era algo personal de Alice y no quería ser él el encargado de contarle sus sospechas.

—  Doctor Watson, buenos días. — una mujer de mediana edad entró en la consulta con una voz dulce. Esto sacó al doctor de su contienda mental y le hizo volver de nuevo al presente.

—  Buenos días, señora Jones. Tome asiento, por favor. — respondió el doctor de nuevo con su sonrisa característica.

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—   ¿Necesita ayuda para volver a casa? — preguntó un enfermero mientras ayudaba a Alice a colocarse la chaqueta por encima del cabestrillo.

—   No, no se preocupe, vivo a una parada de metro. — respondió la joven con una sonrisa.

Llevaba algo más de una semana ingresada en el hospital y por fin había llegado el día de volver a casa. No se había sentido sola en su estancia en el hospital, pues había recibido constantes visitas por parte de sus amigos, de su jefe y algunos compañeros de la brigada con los que tenía más confianza. Sin embargo, llevaba sin ver a Sherlock desde esa pequeña disputa aquella tarde.

Podía haberle pedido ayuda a alguien para que la acompañara a casa, pero John estaría trabajando, al igual que Mary. La señora Hudson no habría podido con su maleta de ropa sucia que había acumulado durante su estancia en el hospital, y Sherlock… sabía que después de aquello las cosas no estaban del todo bien con él, así que ni le preguntó.

Cargó su macuto sobre su hombro derecho y respiró profundamente el aire fresco por primera vez en mucho tiempo. Por un momento pensó ir caminando a casa y disfrutar de aquella mañana tan agradable, pero entre el cabestrillo, el peso extra del macuto y el tiempo que había pasado tumbada, no sabía sin lograría llegar de una pieza a casa.

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Tras media hora de viaje llegó a Baker Street. Abrió la puerta y decidió visitar a la señora Hudson antes de subir a su apartamento, pero la casera no se encontraba en casa.

Subió despacio las escaleras, pues se encontraba un poco fatigada del viaje. Entró a la sala de estar, pensando encontrar a Sherlock allí, pero no había nadie. Una parte de ella sintió alivio, pero por otra parte se decepcionó, pues tenía ganas de ver a su compañero después de tantos días sin saber de él.

Puso la ropa sucia a lavar y decidió darse un baño. Se quitó el cabestrillo con cuidado y el pequeño apósito que cubría la herida. Había mejorado bastante, pero le generaba un escalofrío cada vez que la miraba, no porque le diera pudor ver una herida, sino porque le recordaba lo cerca que había estado de la muerte. Y siempre se lo recordaría.

Se puso una camiseta blanca que le quedaba un poco grande y unas mallas negras, lo más cómodo que encontró en su armario para poder llevar el cabestrillo de forma más confortable.

Se sentó en uno de los sillones de la chimenea. Lestrade la retiró de sus obligaciones hasta que se recuperara por completo, y aunque al principio le molestó la medida tomada por su jefe, sabía lo tedioso que era teclear con una sola mano disponible, así que no protestó al respecto.

Todo estaba en silencio.

Decidió leer uno de los libros polvorientos que Sherlock tenía en una pequeña librería junto a la chimenea para matar el tiempo. Tras un rato de lectura, escuchó la puerta principal del apartamento, seguido de unos pasos subiendo las escaleras.

Sherlock apareció por el umbral de la puerta y se sorprendió un segundo de ver a su compañera de vuelta a casa.

—  Turner, ¿cuándo has llegado? — preguntó sorprendido el detective.

—  Hace un par de horas. — respondió Alice colocando un marcapáginas en el libro que la tenía absorta y dejándolo en la mesita junto al sillón.

—  ¿Has venido sola? — preguntó el moreno mientras se servía una taza de té y se sentaba en el otro sillón junto a la joven.

—  Sí, no quería ser una molestia. — respondió la joven.

Sherlock sorbió el té y miró fijamente a la joven.

—  A mí no me habría importado acompañarte. — dijo finalmente.

Alice sonrió y miró a su compañero.

—  Pensé que estarías enfadado conmigo.

—  ¿Enfadado? — enarcó una ceja el moreno.

—  Sí, por el contratiempo aquella tarde en el hospital.

Sherlock puso cara de extrañeza, como si no supiera de lo que Alice estuviera hablando. La joven se dio cuenta de ello y decidió aclararlo.

—   Como no habías venido a verme desde entonces pensé que estarías enfadado. — Alice negó con la cabeza y sonrió. — Bah, déjalo, es una estupidez…

—  No estoy enfadado, Alice, y mucho menos por defender tu postura. — dijo Sherlock dejando la taza de té en la mesita. — Aunque sea una postura errónea, claro.

Alice sonrió.

—  ¿Y entonces por qué no has venido a verme? — dijo con la mirada hacia abajo, pues le daba bastante vergüenza admitir que se había sentido triste de no ver a su compañero en tanto tiempo.

—  He ido a verte cada día. — respondió secamente. — Pero siempre estabas dormida. Llegué incluso a pensar que te hacías la dormida cada vez que iba sólo para no tener que verme.

Alice comenzó a reír.

—   Oh, vamos, no soy tan infantil. — dijo entre risas la joven. Sherlock sonrió, pues le encantaba ver a Alice reír, con el rostro rosado, feliz, risueña, como siempre.

Corazón y Razón - A SHERLOCK FANFICOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz