Nueva Yugork era un lugar triste, melancólico y de dónde carecían las esperanzas...
Los únicos realmente satisfechos y gozosos de aquella vida eran los cinco miembros de "El Consejo del Caos"
Ellos creían tener el mundo perfecto, pero no sabían l...
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Los lentos y silenciosos pasos del zorro se mezclaban entre el humo de la ciudad... Él sabía exactamente a dónde queria llegar, lo que debía hacer y como debía ser... Pero para eso, debía buscar a alguien primero.
Mientras tanto, a en lo más profundo de Nueva Yugork... En aquella parte tan remota dónde solo las ratas pasaban, debajo de todo el subsuelo... Se encontraba un grupo de Eggforcers haciendo una revisión. Desde la caída del Dr. Babble, el consejo había tomado la precaución de revisar cada rincón, por más insólito que sea... Motivo por el cual, incluso el nido de roedores era invadido constantemente.
Examinaban con atención el escuro túnel, escuchando el chillido de los animales que habitaban ahí abajo. No había rastros de algo relevante, hasta que se toparon con una imagen inquietante. Una pila entera de robots, uno en peor estado que el otro, ninguno se salvaba de lo destrozados que se encontraban. Ante quella imagen, uno de los Eggforcers intento dar un comunicado para pedir refuerzos, más un golpe rápido desde la espalda lo tiró al suelo. El segundo robot intento dispararle al objeto que se encontraba sobre su compañero, más este comenzó a saltar de pared a otra a tal velocidades que verlo era imposible incluso para una alta tecnología como la suya... Finalizó, una patada le quitó la cabeza a aquel Eggforcer, la cual rebotó y golpeó al otro robot que se hallaba ya en el suelo, dejándolo también fuera de servicio.
La mancha azul se detuvo frente de su cementerio de robots, apreciando por un momento la cantidad de máquinas que había destrozas desde que escapó de la base de los rebeldes. El erizo no era más que una sombra inexistente de la ciudad... El azul de sus puas se había oscurecido debido a lo descuidado que estaba, su rompa tambien se encontraba algo rasgada y sucia, su rostro mostraba algunas heridas mínimas y unas manchas oscuras debajo de los ojos, causadas por el mal sueño. Casi ni salía a la superficie... Solo volvía arriba cuando el exógeno o el alimento se volvían una prioridad de suma importancia. Más aún no contaba con una estrategia para poder enfrentarse al consejo... Y el correr a la yema he improvisar no era opción válida, ni a él ni a Nine le había servido.
El solo pensar en el zorro lo destrozaba... Lo extrañaba tanto. Debía seguir siendo fuerte por él, una vez todo termine volvería por su amigo y nada podría separarlo de él otra vez... Y si moría intentado acabar con el consejo, al menos esperaba que Nine pueda seguir con su vida junto con Rebel.
Sus orejas se movieron de un lado al otro... Tal vez se aproximaban otros robot. Por lo que se alejo del lugar a gran velocidad... Decidido a subir nuevamente a la que alguna vez fue la cueva en la que lo escondieron, ahí podía estar tranquilo, al menos durante unos días.
El pequeño de nueve colas llego hasta donde quería, contemplado así que, tal como supuso, nadie fue en ningún momento por ella. Se arrodilló frente de la erizo rosada, con sus herramientas en mano, listo para encenderla una vez más.
