Capítulo 8

31 9 30
                                    

A MITAD DEL CAMINO.

Acabé de ver un letrero muy curioso que decía "Para un amargo momento, un dulce trago de life... Refresca tu vida"  tal vez publicidad de alguna cerveza exclusiva del meta. Y recordé una de tantas frases que mi bisabuelo me decía de pequeño antes de irme a la escuela:"No importa si vas o vienes, lo importante es que no olvides el camino". Tomaba su mochila como el fardo que cargaba siempre en su espalda, machete, cuerda, guantes, gafas, el pico y la sierra. Se hacía la de Cristo, arriba, abajo, derecha, izquierda y un beso alabando a Dios. Camino arriba con rumbo al bosque a cortar la leña para el horno donde quemaba ladrillos de barro rojo.

Todos los benditos días hacía la misma rutina y cada día tenía una frase para mí una más humilde que otra, en algunas veces dependía del estado de ánimo en que me levantaba a estudiar.
—¿Entonces era yo el nieto favorito? Debió ser así si era el único que tenía a su lado. O eso creía yo hasta que papá una vez me levantó con la excusa de que debía ir a la escuela sólo porque él y mamá no podían llevarme esa mañana. Sí en carro la distancia rodaba entre una hora y quince minutos ya te podrás imaginar a pié siendo yo un niño de 6 años. Así de simple era mi infancia, estaba convencido de que más dichoso y protegido me sentía en la escuela que en la casa. Allá sí habían niños para jugar y cualquiera que me viera a un lado sin comer me daba una galleta o un dulce. Algo que jamás tuve ni siquiera cuando cumplía años. Mamá era muy joven aún, no sabía fritar un huevo y a decir verdad, no había razón justa para negarle un poquito de comida. Ese día me fuí vacío del estómago y no llevaba ni 50 centavos para comprar al menos la mitad de un tomate maduro.

—No lleves tanto peso, en el camino sentirás cansancio y sentirás que tus piernas no daran más...

—Me sentaré en alguna roca y descansaré un tiempo corto papá. —¡Ni se te ocurra! — Carraspeo enseguida con su tono agrio de un ogro prepotente y machista.

—El hecho es que no vas a descansar. Seguirás caminando hasta que llegues a tu escuela. Serás un hombre, serás fuerte y no derramarás una lágrima. No te permitiré que seas débil, no gusto de niños malcriados y sin dirección. ¿Entendido carajillo? —

—Está bien papá. —Aguanté lo que pude la lágrima rebelde de un llanto oculto. Para él no había tiempo alguno de llorar una orden directa. No sabía si eso me enseñaba a ser más fuerte o ser el niño que más le han expropiado la inocencia.

Y así inicié lo que sería mi primer reto de campo. Y había que enfrentar el barro y los zancudos. De hecho, sin zapatos, porque no me era permitido entrar a la escuela con los calzados sucios y mucho menos con las medias; a según... más puras que blancas. Pero estás que traía puestas no cumplían ni siquiera con un buen cosido. Rotas desde el talón hasta el dedo pequeño.

Mis oídos entraron en disputa con el chillido de los grillos y saltamontes de aquel camino perturbador que desde ya me habían empezado a perseguir. Entre la oscuridad de la madrugada y el solitario corredor estrecho del bosque no tuve la oportunidad de pensar en el peso de mi mochila escolar. Tenía totalmente prohibido revisar lo que llevaba hasta ya dentro de la escuela cuando la profesora te ordenaba sacar algo en específico. Todo lo que organizabas la noche anterior, era lo que debía tener al día siguiente y no había vuelta atrás. Pues de hecho, la noche anterior, papá me había regañado porque mojé sin querer sus botas de trabajo intentando quitarles el barro seco. Sin darme cuenta que la totuma ladeaba un poco la tropecé con una mano cuando quise tomar la esponja. Así que me castigó enviándome a dormir temprano.

Transtorno Fantástico: Pseudologia De Mi Memoria. Where stories live. Discover now