18.

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La recuperación de Seonghwa tomó una semana. Por sobre todo, su salud no fue lo único que mejoro considerablemente en los días que estuvieron hospedándose en el hospital. 

Hongjoong se quedó con el todo el tiempo. Salía a comprar comida o cualquier complemento que fuera necesario, estaba al pendiente de lo que la doctora les indicaba, se hizo responsable de la mitad de los gastos del hospital y los medicamentos (haciendo oídos sordos a las protestas de Seonghwa), incluso se tomo una tarde para buscar ropa limpia a sus casas. Fue extraño estar solo en la gran casa de Hwa, pero la prisa por regresar lo llevó a correr directo a la habitación del chico, rebuscar en el armario por las prendas que le había pedido y marcharse de una vez. Estaba secretamente feliz del nivel de confianza otorgado para hacer aquello.

La mañana en la que escucho el diagnostico positivo, que permitiría al paciente ser dado de alta, sintió una explosión de regocijo en cada célula de su cuerpo. Se había mantenido tan optimista como las condiciones lo permitían, siempre mostrando una actitud calmada y reconfortante al hablar con Seonghwa de cualquier cosa. La verdad, escondida detrás de una cortina meticulosamente arreglada, era que estuvo asustado. No hubo un solo momento en el que su mente no dejó de pensar en los peores escenarios. Tenía grandes motivos para estar así; sus sospechas acerca de la naturaleza de la enfermedad de Seonghwa se sentían peligrosas, un balde de agua helada que pendía encima de su cabeza, amenazando con caer y destruir sus nervios.

Cuando el tema era sacado a colación, Seonghwa de repente perdería las ganas de participar en la conversación. No lo obligó a contarle nada, quería confiar en que le diría lo que había sucedido cuando se sintiera preparado. Llegaron a ese acuerdo de manera indirecta, una de las noches en las que estaban acurrucados y listos para quedarse dormidos.

—Estarías en tu cama cómodamente —le estaba discutiendo el pelinegro, mirándole cambiarse la camisa por una más holgada y un suéter de lana. Hongjoong rodo los ojos antes de meterse en su lado designado de la cama, a la izquierda.

—Puede ser —respondió estirando las mantas—. Pero aquí también estoy cómodo. Además, saldremos de aquí antes de que podamos acostumbrarnos a las paredes blancas y el olor a desinfectante de lavanda.

Seonghwa rió. 

—Ya, tienes razón —estar uno al lado del otro, en la misma cama, era un hábito que no les llevo mucho adoptar. Solían mirar el techo al hablar, ocasionalmente darían una que otra mirada a su lado para admirar el perfil contrario—. Gracias. Sé que no es fácil hacer lo que estás haciendo por mí, y aún así, aquí estas.

—Aquí estaré siempre que lo necesites.

Incluso con las ventanas cerradas, abrigos puestos y dos mantas tapando sus cuerpos, el frío todavía los atacaba. Aunque el escalofrío que sacudió los brazos de Hongjoong no era a causa de la temperatura.

—Y cuando no lo necesites, también estaré aquí —agregó en voz baja. Seonghwa se removió en su sitio—. Esperare hasta que te sientas bien, ¿vale?

Y no se refería a la neumonía en este caso. Al girar la cabeza, se encontró con la cara de Seonghwa. Se estaba mordiendo el labio, tenía el cabello peinado hacia atrás y la piel estaba rojiza. Empezaba a verse mejor que cuando llegaron al hospital.

—¿Y si me tardó mucho tiempo en recuperarme?

—No importa. Tengo paciencia de sobra—su sonrisa se ensancho al pronunciar esas palabras. La expresión de Seonghwa era de pura estupefacción—. Puedes tomarte el tiempo que necesites, no me voy a ir a ningún lado.

Vio a Seonghwa sonreír; la sonrisa más angelical y grata que hubiese presenciado. Tenía un tinte de un sentimiento que no pudo descifrar, pero no era tan fuerte como para opacar lo demás. Seonghwa parecía estarse recuperando, eso era suficiente para él.

winter falls || seongjoongWhere stories live. Discover now