11. (parte 1)

19 3 0
                                    

El último día del año prometía ser el más nublado y crudo de toda la temporada. Desde que se había despertado hasta que acabó de vestirse, cada vez que Hongjoong  se asomaba por la ventana no hallaba más que nieve cayendo en grandes cantidades y acumulada por todos lados.

Hongjoong tenía la vaga esperanza de que pasaría, o de que al menos la tormenta se reduciría lo suficiente para que él pudiese llegar a casa de Seonghwa a salvo. Estaba pensando en ello mientras se peinaba. Había escogido una camisa azul oscuro con mangas largas blancas y un pantalón caqui. Era justo el tipo de ropa que su familia le habría obligado a vestir para esa fecha, así que más que por su propio gusto, la usaba en honor a sus típicas reuniones familiares.

El elemento restante de su imagen era su cabello, el cual le estaba robando la poca paciencia que el clima había dejado en su organismo. No podía peinarlo, de hecho, no podía hacer lo más mínimo para dejarlo decente. Maldijo al cepillo antes de tirarlo a la cama y fue al armario, revolviendo el interior hasta dar con lo que buscaba; un gorro negro. Tenía alrededor de 30 gorros, sombreros y demás accesorios para este tipo de situaciones en la que sabía que la batalla estaba perdida.

Enhorabuena, ya estaba listo. Se cubrió con la chaqueta más grande y pesada que tenía, no muy seguro de si podría llegar antes de que oscuridad lo consumiera todo.

Si continuaba pensándolo, en definitiva no lo lograría. Se puso los auriculares, infaltables para un paseo en medio de una tormenta de nieve, y salió de la casa.

Para evitar pensar en el incómodo y amenazante frio, Hongjoong se imaginó lo gracioso que se veía caminando hundido en la enorme chaqueta. Él acostumbraba usar ropa que le iba un poco holgada, tal vez por alguna cuestión estética. En teoría, era capaz de usar todo tipo de ropa, había aprendido que el estilo de una persona no debía quedarse estancado en un solo tema. Agregando el factor de que Hongjoong había pasado por distintas etapas, cada una marcada por las situaciones que vivía en el momento. Se había dejado crecer el cabello hasta que le sobrepaso los hombros, por esa época estaba obsesionado con lo bohemio. Más adelante, se lo recorto y tiño de azul, influenciado por el rock. Paso a estar rubio por una temporada, tomando un camino más elegante, por el tiempo en el que empezó su negocio. Y ahora, no podría clasificar su estilo actual. ¿Joven adulto ermitaño? Quién sabe.

Sin darse cuenta, ya estaba a no más de quince metros de la casa de Seonghwa, la única fuente de luz en las cercanías. Con cada exhalación, su aliento se elevaba visible frente a su cara. Sus pies se hundían en la nieve, entorpeciendo su caminar. Gracias a la música, que no le había permitido pensar demasiado en lo que estaba haciendo, pudo llegar en una pieza y tocar con un puño tembloroso la puerta.

Guardo los auriculares en su bolsillo en lo que esperaba. Oyó con claridad los pasos apresurados que se acercaban a la puerta.

—¡Tú...! —Seonghwa parecía querer decir la palabrota más fuerte que había escuchado en su vida. En cambio, tiro de Hongjoong dentro del recibidor—. ¡¿Estás loco?!

El pelirrojo se mordió el labio, nervioso. No es como si estuviese esperando una reacción en específico por parte del otro, pero no tenía en mente ese resultado.

—No quería dejarte plantado — respondió en voz baja, con un toque de humor—. Además, no me ha pasado nada.

—Pudiste llamar —tenía un punto. ¿Por qué no lo hizo? Porque tenía muchas ganas de ir, solo que no podía argumentar eso de ninguna manera.

—Bueno, aún puedo regresar... —se giró lentamente, señalando a la puerta. Seonghwa bufó, finalmente abandonando su faceta enfadada.

—Quítate eso y vamos a la cocina.

winter falls || seongjoongWhere stories live. Discover now