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Una semana puede llegar a ser un espacio de tiempo bastante variable, dependiendo de lo que signifique el transcurso de ese tiempo para una persona. Hongjoong no dejaba de mirar con resentimiento cada reloj y calendario que se cruzara en su camino. ¿Por qué parecía que se habían congelado? Le irritaba observar lo lento que las horas pasaban, cosa que no tenía lógica, pero eso no era lo que él quería escuchar.

Sentado en su cama, jugueteando con una chaqueta de mezclilla a la que le había terminado de coser algunos parches, su mente divagaba sin un rumbo específico. Era miércoles, pasado el mediodía. Con un quejido frustrado, lanzó la prenda al otro lado de la cama. Se cruzó de brazo, su voz interior se hacía cada segundo más difícil de ignorar.

"Deberías llamarlo-"

"No"

"En algún momento tendrías que hacerlo, ¿recuerdas?"

Agitado, el pelirrojo se tapó la cara con las manos, tratando de borrar la imagen que en los últimos días lo perseguía a donde sea que fuera; Seonghwa, apenas arreglado luego de tomar una ducha, sonriendo al aceptar su propuesta. ¿Cuál era el problema? ¿Qué era esa sensación cálida y burbujeante que bajaba por su pecho al pensar en Seonghwa? Sentía que si no hacía algo al respecto en ese mismo instante, podría morir de desesperación. Se levantó y fue hasta la sala, el teléfono fijo era su objetivo. Descolgó el auricular, oyendo el pitido que producía el tono, y marco el número mientras lo miraba en la pantalla del celular. Era la segunda vez que marcaba el número de Seonghwa; la primera que lo hacía estando en todas sus facultades.

Como es usual, la espera duró lo suficiente como para darle tiempo de pensarlo otra vez y arrepentirse, acabando exactamente antes de que pueda colgar.

—¿Sí?

—Hey —el sonido de su propia voz le resultaba brusco.

—Hola. Pensé que nunca ibas a llamar —Hongjoong tuvo que apretar el puño para contener una exclamación—. Olvide pedirte tú número, así que ya había planeado ir a tu casa si no sabía de ti pronto.

La información que estaba recibiendo rebotaba en las paredes de su cráneo antes de que su cerebro la examinase correctamente. De haber sabido, le habría hecho una llamada con más antelación.

—Lo siento por hacerte esperar —el pelirrojo se pegó a la pared y comenzó a deslizarse hasta estar sentado en el piso—. ¿Estás ocupado?

—¿Ahora mismo? No —Hongjoong podía imaginar la expresión del pelinegro al pronunciar aquellas palabras, la forma de sus labios curvándose y sus cejas levantándose con humor.

—Bien, estaré allá en 30 minutos —dijo calculando cuanto le tomaría colocarle la quitanieves a la camioneta.

—Vale —la llamada se cortó sin que le diera tiempo de agregar nada más. Joong se quedó en esa posición, con la espalda pegada a la pared y el teléfono puesto en la oreja, mientras que sus pensamientos revoloteaban en su cabeza como abejas en un panal.

Seonghwa, como en un principio había pensado, no era tímido. Era más bien introvertido, con una personalidad que solo dejaría ver una vez que se sintiera seguro. Entonces, ¿se sentía seguro estando con él? La idea opacó todo lo demás. Hongjoong se hallaba en el límite de la racionalidad, una cueva oscura de incertidumbre era a donde se aproximaban sus acciones.

Porque, al final, desconocía sus propias intenciones. Conocer a Seonghwa, querer pasar más tiempo con él, todo eso debía de tener un propósito, ¿no? ¿Por qué era tan complicado verlo? ¿Sería capaz de deducirlo algún día? El pelirrojo suspiró y se levantó, colgando el teléfono.

winter falls || seongjoongWhere stories live. Discover now