11. (parte 2)

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La música del teléfono de Hongjoong, que había estado en segundo plano durante gran parte de la velada, era lo único que no se había detenido abruptamente. Una pausa, atemporal en la mente del pelirrojo, cesó con los movimientos de su anatomía, incluyendo los de su sistema respiratorio. Su sangre parecía haberse congelado en sus venas. Las emociones que estaba experimentando lo abrumaban, era como caer de un rascacielos y darte cuenta de que no llevaba paracaídas.

En primer lugar, ¿por qué saltarías de un rascacielos? Era una acción mortalmente peligrosa, sin sentido y que nadie debería intentar bajo ninguna circunstancia. Lo mismo aplicaba para lo que él estaba haciendo, con la diferencia de que por lo menos al saltar de un rascacielos no tendrías que preocuparte por lo que sucedería a continuación.

Seonghwa fue el primero en moverse, rompiendo la quietud al dejar caer su cabeza con lentitud en el hombro de Hongjoong. El aire contenido en sus pulmones salió con una fuerte exhalación.

—Lamento haberte arrastrado hasta aquí, aun conociendo tus sentimientos, yo...

—¿M-mis sentimientos? —con un susurro débil, Hongjoong le interrumpió.

—Yo te gusto, ¿no?

Ah. Era eso. La razón por la que estar cerca del pelinegro era tan agradable, porque cuando pensaba en él los latidos de su corazón eran tan claros. Poniéndolo así, la explicación a su indescriptible necesidad de hacerse cercano al otro chico era tan sencilla que daba risa.

—¿De qué te ríes? —la voz de Seonghwa apenas era audible, amortiguada por la posición en la que se hallaba su cabeza, oculta en el hombro del más bajo—. La gente por lo general suele sentirse triste al ser rechazado —Joong solo rio más fuerte.

Si no fuera por las seis cervezas que había bebido en un corto lapso de tiempo, puede que si se hubiese encerrado en el baño a llorar. Por el momento, lo estaba sobrellevando con calma.

—Tú no me estas rechazando —puso una mano en el pecho de Seonghwa y lo empujo con suavidad, obligándole a separarse y a que lo mirara de nuevo—. No te he propuesto nada, así que no me puedes rechazar.

La actitud que tomo resulto ser la correcta; Seonghwa suspiro, más calmado al ver que no había roto el corazón de alguien. Se levantó tambaleante, desapareciendo unos segundos en la cocina y volviendo con una botella y un vaso de vidrio en las manos.

—Ya no hay cerveza —explicó sentándose junto a Joong—. Por suerte, tenía esto guardado, en caso de emergencia.

Lleno el vaso casi hasta el tope con la bebida. Hongjoong no sabía que era -no le importaba de todas formas- y se lo dio para que hiciera los honores. En contraste con la cerveza espumosa y fría, aquello quemaba todo el camino hasta su estómago. Tosió luego del primer trago.

—Es un poco fuerte.

—Gracias por el aviso —espetó lacónico el pelirrojo—. ¿Podrías hablarme de eso?

—¿Hmm? —Seonghwa tomo el vaso y bebió, ni siquiera arrugó la cara.

—Cuando me dijiste que estabas escapando, ¿te referías a esto? Yo- quiero que me hables de eso.

En el semblante pálido de Seonghwa había una capa de falsa neutralidad que enmascaraba su inseguridad. En busca de coraje, le dio un largo trago al vaso, dejándolo por la mitad. Joong quiso detenerlo, pero confiaba en el criterio del otro en cuanto a autocontrol.

—Es difícil para mí hablar sobre ello, ya que las pocas veces que me he atrevido a hacerlo no han resultado muy bien. Ni siquiera sé cómo o cuando me di cuenta.

»Puede que en una de esa tardes charlando en el patio del instituto con mis amigos, cuando no hacían más que comentar lo increíblemente grande que era el trasero de tal persona o lo mucho que les excitaba ver a la profesora de literatura cuando llevaba minifalda. A mí me daba igual. No podía importarme menos ese tipo de conversaciones.

winter falls || seongjoongWhere stories live. Discover now