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Cassy recostó su espalda, buscando alivio, contra el pecho de Embry

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Cassy recostó su espalda, buscando alivio, contra el pecho de Embry.

La calidez de su cuerpo la mantenía con los pensamientos claros con cuanto al asunto.

Podía sentir los ojos de Paul fijos en ella, en su vientre, en las manos de Embry acariciándola en busca de otorgar calma.

—¿Cómo les ha ido?

—Excelente.—Contestó Embry evitando mirarlo directamente.—Más bien, deberías tener más cuidado, casi causas un accidente.

—¿Qué accidente?—Preguntó Paul.

—Lo lamento.—Dijo con voz cansada.—La falta de sueño no me está ayudando.

—Han iniciado una guerra, cuéntanos sobre eso.—Dijo Cassy  desde su lugar.

—Ese monstruo que se alimen-...

Las palabras quedaron a la mitad cuando sintieron un nuevo aroma.

Cassy notó como todos se tensaban, pronto atravesó la puerta Antonella junto con una pequeña carriola.

Sus miradas se encontraron, negro contra azul, la mujer boqueó incrédula por su presencia y apretó los puños contra la guía de la carriola.

—Buenas tardes.

—Pasa, ven por acá.—Dijo Emily envolviéndola entre sus brazos, Antonella sonrió hacia Cassy, como si su amistad fuera premio que presumir.

—Oh, Emily, tu ahijado te extrañó mucho.

Mientras el Show se llevaba acabo Cassy miraba aburrida a los demás, todos parecían estar atentos a cada movimiento de ambas mujeres, expectantes por una pelea o discusión que jamás llegaría.

—¿Bien? No estamos para perder el tiempo—Dijo Cassy cuando ya había pasado unos minutos en los que Antonella había dejado al bebé entre los brazos de Emily.

—¡Dios! Cassandra, ¿no puedes evitar desear robar la atención de mi hijo, no?

Toda la habitación se tensó ante la perspectiva de una pelea.

—No, en realidad ya nos vamos, ¿no, amor?

Embry sonrió divertido poniéndose de pie.

—Lo siento, Sam.

—Ni siquiera nos han escuchado.

—Fue suficiente.—Respondió.—Debemos irnos, mi mujer necesita un poco de paz.

—¿Los apoyarán a ellos?

—Cassy no peleará.

—¿Lo dices en serio?—Dijo Sam tomándolo por el hombre deteniendo su andar.—¿Traicionarás a tu sangre?

Algodón De Azúcar - Paul Lahote Where stories live. Discover now