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"Estás hirviendo"
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—¿Estás bien?—Le preguntó luego de un largo momento en silencio

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—¿Estás bien?—Le preguntó luego de un largo momento en silencio.

Había limpiado el cuerpo de la chica lo mejor posible e incluso él mismo la había ayudado a vestirse con tal de no apartar su mirada sobre la marca de su cuello la cual había empezado a tornarse oscura.

Un ligero cambio en su interior empezó a golpearlo cuando entendió que las emociones de ella ahora las podía sentir en él mismo.

Había cometido un error la marcarla, ella no era su impronta, ella solo... ¿Ella qué quería de él?

—Estoy bien, solo... Vaya, no creí que follar fuera así.

— Porque no te he follado—Dijo él mientras envolvía su brazo en la cintura de la chica y juntaba sus cuerpo.—Te hice el amor.

—No digas eso cuando no lo sientes.

—¿Quién dice que no lo siento?

—Vamos, Paul, mañana por la mañana seguro oiré que te acostaste conmigo.

— Nunca te haría algo así .

—Es lo que dicen de ti.

—Aun así aceptaste acostarte conmigo.

Ella evitó su mirada.

—Solo fue eso, Paul, follar.

—Sé que no es así.—Gruñó mientras aspiraba el nuevo aroma que emanaba la chica, extasiado.—Al menos no para mi.

—No creí que fueras tan cariñoso.

—Tú eres especial.

—¡Paul!.

— Nos conocemos de toda la vida ¿Por qué no confías en mi?

La chica lo recordaba, claro, eso fue hace unos seis años, pero todo terminó cuando la madre de Paul lo abandonó solo con su padre alcohólico.

—¿Me has hecho el amor por los viejos tiempos?

Él besó la marca en el cuello de la pelirosa robándole un gemido.

—Podría decirse.

—P-paul...

Paul suspiró profundamente mientras acariciaba la curva de su cintura desnuda, la calma que le estaba regalando esa chica era tanta que sentía que en cualquier momento caería dormido entre sus brazos.

—Mañana conseguiré una post-day, ¿Vale?

—Cierto, está bien.—Dijo ella con sorpresa, había pensado que tendría que acompañarlas sola buscando la más remota  farmacia de Forks para conseguirla.—Gracias.

—Oí que puede tener síntomas adversos, no dudes en venir a mi, ¿Si?—Acarició su rostro besando su nariz y su frente.—Yo puedo cuidarte.

Paul casi sonrió cuando sintió la calidez empezaba a recorrer su pecho, sin duda aquellas palabras habían removido algo dentro de la chica.

Algodón De Azúcar - Paul Lahote Where stories live. Discover now