CAPÍTULO 17

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El príncipe Yaracuy tomó a Lucy por el cuello, mientras Levy sólo se dedicaba a gritar, jamás pensé que fuera tan histérica.

Me arrastre como pude y tome el arma. Justo a tiempo ya que el príncipe, estaba empezando a clavar sus garras en el pecho de la mujer para extraerle su corazón.

Los disparos fueron certeros, pero aun así no lograba hacerle mayor daño. Las escamas que tenía por todo el cuerpo lo hacían blindado, y por más que le dispare continuamente, las balas rebotaban.

Lo único que logre fue que centrará su atención en mí y dejará en paz a la pobre chica que no hacia más que gemir y llorar. La herida en su pecho no era grave pero si lo suficiente para que perdiera la poca cordura que le quedaba, en ese momento ella era totalmente inútil, y nada podía hacer nada por mí, ya que se encontraba en estado de shock.

—¡Levy corre y pide ayuda!  —vocifere hacia la mujer que seguía de pie, tenía los ojos muy abiertos, estaba muy impresionada con la presencia del príncipe Yaracuy—. Debes hacerlo o él va a matarnos a todas.

Levy salió de su trance, y corrió hacía el lugar en donde se oían los helicópteros. En otra situación hubiera tenido la plena seguridad de que no me ayudaría pero esto era diferente, ya que su hermana y yo estábamos en un peligro inminente de morir.

El siguiente golpe del príncipe Yaracuy si lo vi venir, pero esta vez fue más fuerte. Mi cabeza fue a dar contra una roca mediana, y la sangre empezó a recorrer mi rostro. Le apunté con el arma pero ya no contaba con alguna munición que pudiera distraerlo.

Lucy seguía como muerta, yo no podía correr y dejarla allí, si lo hacía el iba a matarla. Y de todos modos el me alcanzaría; no tenía manera de huir, sólo me quedaba enfrentarlo.

Bastó un movimiento para que me alcanzará. Colocó su mano en mi cuello y me levantó a su altura, el aire empezó a faltarme. Pude notar su satisfacción al tener al fin lo que deseaba. No ingresaba suficiente aire a mi para respirar así que no pude ni gritar.

—¡Eres muy peligrosa, pequeña! —espetó el bicho mirándome fijamente—. Entraste a mi campamento y te llevaste la lealtad de mis esclavos. Asesinaste a todo mi Ejército, y aun así siento compasión de ti. Tienes eso que hace que cualquiera te rinda pleitesía y lealtad, más en mi enciendes mis más bajos deseos.

Sentí un escalofrío en todo mi cuerpo, y unos deseos impresionantes de vomitar cuando el príncipe Yaracuy empezó a pasar su lengua por mi rostro y a saborear mi sangre. Era tan asqueroso que prefería estar muerta a sentir su lengua sobre mí.

—Eres deliciosa —agregó el Shiyloper relamiéndose los labios—, disfrutaré cada parte de ti.

Empecé a ver borroso me faltaba el aire. Sin embargo no todos los disparos que hice fueron en vano, ya que uno fue a dar directo a un enjambre de abejas; quienes no dudaron ni un segundo en defender su nido.

Tras lo repentino del ataque, el príncipe no tuvo más remedio que soltarme. Las abejas lograban entrar por los orificios que había entre las escamas, y sus picaduras eran muy dolorosas. Un millar de ellas se abalanzo contra el príncipe y como si supieran que no era de naturaleza humana lo rodearon de pies a cabeza.

Estire mis brazos en busca de aire o de algo que pudiera servirme. No había absolutamente nada, ni siquiera una piedra. Busque con desespero mi daga pero no pude encontrarla.

—¡Toma esto! —grito Lucy lanzándome la daga que había perdido.

La logré tomar en el aire, estaba muy afilada y me corté un poco la mano. Me puse de pie pero tenía mi rodilla izquierda lastimada, estaba muy débil debido a que no había comido bien.

Trilogía mañana 2 (REBELIÓN)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant