capítulo 13: Secretos al Descubierto

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"En los momentos más oscuros, es cuando debemos buscar la luz con más fuerza".

Belén esperó pacientemente a que todos terminaran su desayuno antes de levantarse de la mesa y dirigirse a la cocina, donde encontró a su tía y a su hermana Eva ocupadas preparando café.

"¿Puedo hablar con ustedes por un momento?" preguntó Belén, su tono serio y preocupado.

Su tía y Eva intercambiaron miradas curiosas antes de asentir y ofrecerle un asiento en la mesa de la cocina.

Belén se sentó y respiró profundamente antes de comenzar. "Anoche, cuando regresaba a casa, vi a Iren con un chico", comenzó, su voz tranquila pero firme. "Estaban besándose en la calle".

La expresión en el rostro de su tía cambió instantáneamente, su ceño fruncido en preocupación. "¿Estás segura de lo que viste, Belén?" preguntó, su voz llena de aprensión.

Belén asintió con seriedad. "Sí, estoy segura", respondió. "No estoy tratando de alarmar a nadie, pero pensé que deberíamos saberlo".

Eva miró entre Belén y su tía, su expresión reflexiva. "¿Crees que deberíamos hablar con Iren al respecto?" sugirió, su voz llena de preocupación fraternal.

La tía de Belén suspiró y se pasó una mano por el cabello. "Sí, creo que es lo mejor", dijo con pesar. "No quiero que Iren se meta en problemas, pero necesitamos asegurarnos de que esté bien".

Belén asintió, agradecida de tener el apoyo de su tía y su hermana en este asunto delicado. Juntas, decidieron abordar el tema con Iren esa misma noche, en un esfuerzo por entender mejor lo que estaba sucediendo y ofrecerle el apoyo que necesitara.

Con el corazón lleno de preocupación por su hermana menor, Belén se levantó de la mesa y se preparó para enfrentar la conversación que sabía que sería difícil pero necesaria. Sabía que no podían ignorar lo que había visto, y estaba decidida a hacer todo lo posible para asegurarse de que Iren estuviera segura y protegida en todo momento.

Después de una pausa incómoda, la tía de Belén rompió el silencio con un tono sereno pero firme. "Iren, querida, sabes que siempre puedes confiar en nosotros si hay algo en lo que necesites ayuda o si algo te preocupa", dijo con calma, su mirada llena de preocupación maternal.

Iren asintió, pero sus ojos no pudieron ocultar el destello de incomodidad que cruzó por ellos. "Lo sé, tía. Pero en serio, no hay nadie en mi vida en este momento", respondió rápidamente, su voz temblando ligeramente.

Belén y Eva intercambiaron miradas significativas, sabiendo que su hermana menor estaba ocultando algo, pero también sabiendo que no podían presionarla para que hablara si no estaba lista. Respetaban su privacidad y entendían que había cosas que Iren podría necesitar procesar por su cuenta.

La tía de Belén suspiró, su expresión reflejando la preocupación que todos sentían por Iren. "Está bien, cariño. Solo queremos asegurarnos de que estés bien", dijo suavemente, extendiendo una mano reconfortante hacia su sobrina.

Iren asintió, agradecida por el apoyo de su familia, aunque también se sintió abrumada por la sensación de ser observada de cerca. Se levantó de la mesa con una sonrisa forzada, deseando escapar de la tensión que llenaba la habitación.

Mientras se dirigía hacia la puerta, Iren se detuvo por un momento y se volvió hacia su familia. "Gracias", murmuró con sinceridad antes de desaparecer por el pasillo.

El silencio reinó en la cocina por un momento más, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Sabían que tendrían que abordar el tema con Iren en algún momento, pero por ahora, tendrían que confiar en su amor y apoyo para guiarla a través de cualquier desafío que enfrentara.

Con un suspiro colectivo, la familia de Belén volvió su atención al desayuno, tratando de recuperar la normalidad después de la conversación incómoda. El sonido de los cubiertos chocando contra los platos llenó la cocina mientras cada uno intentaba procesar lo que acababan de discutir.

Belén se quedó sumida en sus pensamientos, reflexionando sobre la situación con Iren y preguntándose qué más podría estar pasando en la vida de su hermana menor. Se sentía dividida entre la preocupación por su bienestar y el respeto por su privacidad, sin saber cómo equilibrar ambas cosas de manera efectiva.

Mientras tanto, la tía de Belén y Eva intercambiaron miradas preocupadas, compartiendo silenciosamente su inquietud por la situación de Iren. Sabían que tendrían que abordar el tema nuevamente en el futuro, pero también entendían que necesitaban darle espacio a su hermana menor para que procesara las cosas por su cuenta.

Después de terminar el desayuno en un relativo silencio, cada uno se dispersó para comenzar su día. Belén se quedó atrás en la cocina por un momento, reflexionando sobre lo que acababa de suceder y preguntándose qué más podría hacer para ayudar a su hermana menor.

Finalmente, decidió que lo mejor que podía hacer era simplemente estar allí para Iren cuando estuviera lista para hablar, ofreciéndole su apoyo incondicional y su amor en todo momento. Con ese pensamiento en mente, se levantó de la mesa y se dispuso a enfrentar el día con renovada determinación y esperanza en su corazón.

Mientras Belén reflexionaba sobre la situación con Iren en la cocina, escuchó pasos acercándose desde el pasillo. Levantó la vista para ver a Félix, su primo y confidente, entrar en la habitación con una sonrisa cálida en el rostro.

"Félix", lo saludó Belén con una sonrisa, sintiéndose reconfortada por su presencia. "¿Cómo estás esta mañana?"

Félix se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla antes de responder. "Estoy bien, gracias", dijo con sinceridad. "Pero más importante, ¿cómo estás tú? Vi que te fuiste de la mesa de desayuno temprano. ¿Todo está bien?"

Belén asintió, agradecida por la preocupación de Félix. "Sí, todo está bien", respondió, sin querer preocuparlo con los detalles de la conversación sobre Iren. "Solo necesitaba un momento para recoger mis pensamientos".

Félix la miró con atención, notando la sombra de preocupación en sus ojos. "¿Estás segura de que estás bien?" preguntó, su tono lleno de preocupación.

Belén le ofreció una sonrisa tranquilizadora. "Sí, estoy bien, de verdad", aseguró. "Solo un poco preocupada por Iren, eso es todo".

Félix asintió, comprendiendo la preocupación de Belén por su hermana menor. "Entiendo", dijo con comprensión. "Estoy seguro de que Iren estará bien. Pero cambiando de tema, ¿te gustaría salir esta noche? Podríamos ir a cenar o dar un paseo por la ciudad".

Belén se iluminó ante la sugerencia de Félix, agradecida por la oportunidad de pasar tiempo juntos fuera del caos de sus vidas cotidianas. "Me encantaría salir contigo", respondió con entusiasmo. "Es exactamente lo que necesito".

Félix sonrió, satisfecho con su respuesta. "Genial. Te recogeré a las siete en punto", dijo, antes de darle otro beso en la mejilla y desaparecer de la habitación.

Con una sensación de anticipación creciendo en su pecho, Belén se dispuso a enfrentar el resto del día con una sonrisa en el rostro, ansiosa por la noche por delante junto a Félix.

Mientras Belén y Félix hablaban en la cocina, la tía de Belén estaba en la sala contigua, ordenando algunos papeles. Aunque estaba concentrada en su tarea, no pudo evitar escuchar parte de la conversación entre los dos primos.

A medida que las palabras de Félix llenaban la habitación, la tía de Belén se detuvo en seco, sorprendida por lo que escuchaba. Sus oídos captaron cada palabra, y una sensación de preocupación comenzó a crecer en su pecho mientras escuchaba la propuesta de Félix de salir con Belén esa noche.

Por un momento, consideró intervenir y expresar sus preocupaciones, pero finalmente decidió permanecer en silencio. Sabía que Belén era una mujer adulta capaz de tomar sus propias decisiones, y no quería entrometerse en su vida personal sin una razón válida.

En cambio, decidió esperar y observar, confiando en que Belén sabría lo que era mejor para ella. Pero en lo más profundo de su corazón, la tía de Belén no pudo evitar sentir una leve sensación de inquietud por lo que podría deparar la noche por delante. Sin embargo, optó por mantener su preocupación en silencio, sabiendo que solo el tiempo revelaría lo que estaba destinado a suceder.

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