Capítulo 11: "Entre Silencios y Confesiones"

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"En el silencio de la mañana, a veces encontramos las palabras más difíciles de decir."

Belén se acomodó en el asiento del pasajero mientras Félix manejaba hacia el hospital. La atmósfera en el automóvil estaba cargada de silencio, pero era un silencio familiar, uno que había compartido con su primo muchas veces antes. Sin embargo, esta vez, algo se sentía diferente, como si hubiera una tensión palpable en el aire.

Félix rompió finalmente el silencio, sus palabras resonando en el interior del automóvil con una solemnidad que hizo que Belén se tensara. "Belén, necesitamos hablar", dijo, su voz llena de seriedad.

Belén se enderezó en su asiento, una sensación de inquietud revoloteando en el fondo de su mente. "¿Qué pasa, Félix?" preguntó, tratando de ocultar la preocupación en su voz.

Félix suspiró, sus ojos encontrando los de Belén brevemente antes de volver su atención a la carretera. "Belén, hemos estado viviendo bajo el mismo techo desde que llegaste a Barcelona", comenzó, su voz cuidadosamente medida. "Pero no puedo evitar sentir que estamos manteniendo una fachada... que no puedo verte cómodamente como mi prima".

Belén contuvo el aliento ante las palabras de Félix, sintiendo cómo su corazón se hundía en su pecho. Había esperado evitar esta conversación, temiendo lo que podría significar para su relación con su primo. Sin embargo, sabía que no podía seguir evitándola por mucho más tiempo.

"Lo siento, Félix", murmuró Belén, su voz apenas un susurro cargado de tristeza. "No quería que las cosas fueran así... pero no sé cómo cambiarlas".

Félix asintió con comprensión, su expresión suavizándose ligeramente. "Belén, sé que esto no es fácil para ninguno de nosotros", admitió con sinceridad. "Pero tenemos que enfrentar la realidad de nuestras emociones, incluso si es doloroso".

Belén se mordió el labio, sintiendo el peso abrumador de la verdad que había estado evitando confrontar. Sabía que no podía seguir viviendo en la negación, pero también temía lo que podría significar para su relación con Félix.

Con un suspiro resignado, Belén se volvió hacia su primo, su mirada encontrando la suya con determinación. "Tienes razón, Félix", dijo con firmeza. "Es hora de que enfrentemos nuestras emociones, sin importar lo que pueda resultar de ello".

Félix le ofreció una sonrisa triste pero reconfortante, su mano encontrando la suya en un gesto de apoyo silencioso. "Estoy aquí para ti, Belén. Siempre lo estaré", aseguró con suavidad.

Con el peso de la verdad finalmente levantándose de sus hombros, Belén se permitió creer en la posibilidad de un futuro más auténtico y lleno de honestidad. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que mientras tuviera a Félix a su lado, podría enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara.

A medida que el automóvil se deslizaba por las tranquilas calles de Barcelona, Belén y Félix se sumieron en un silencio reflexivo, cada uno perdido en sus propios pensamientos. El peso de la conversación aún flotaba en el aire, pero también había una sensación de alivio por haber compartido la verdad entre ellos.

Belén miró por la ventana, observando los edificios pasar mientras reflexionaba sobre lo que acababan de hablar. Había sido una conversación difícil, pero también liberadora. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre de las cadenas de la negación que la habían atado durante tanto tiempo.

Félix rompió el silencio una vez más, su voz suave y tranquila en medio del murmullo del tráfico. "Belén, no importa lo que pase entre nosotros, siempre seremos familia", dijo con calma. "Nada cambiará eso".

Belén asintió con gratitud, sintiendo un nudo en la garganta ante las palabras reconfortantes de su primo. "Gracias, Félix", murmuró, su voz llena de emoción. "Significa mucho para mí".

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