23. Enfrentamientos y amenazas

Start from the beginning
                                    

Se levantó de su silla con cortesía y saludó a la pareja por igual, sonriendo con simpatía.

—¿Usted es nueva? —preguntó el Gerente y la miró con desconfianza.

—Es el reemplazo de Alejandra —acotó Anne con seguridad, ayudando un poco a Lexy y su timidez.

Lexy gruñó ante ese sentimiento que carecía: confianza. ¿Por qué ella no podía ser así?

—Bueno, ya sabes quién soy, no vengo muy a menudo, pero puedes confiar en nosotros en lo que quieras —explicó el Gerente y Lexy se sintió segura otra vez—. Y ella es Anne Fave, nuestra Asesora, es tu jefa también, así que debes tratarla igual que a todos.

—Claro que sí —respondió ella y se sonrojó al entender que su puesto laboral y también el de Joseph dependían de ella, de la deseada y hermosa Anne Fave—. Me siento muy cómoda y agradecida...

—¡Joseph, mí Joseph! —interrumpió la mujer y corrió al encuentro con el hombre, ese que se sorprendió de tanta alegría con la que lo recibían—. ¡Querido mío, las ventas están por las nubes, no sabes lo agradecida que estoy!

Lexy se tocó el cabello y las orejas con nervios, quedando velozmente en el olvido, detrás de la hermosa cabellera de Anne Fave y sus gruesas, pero perfectas caderas.

La muchacha, tan simple que desapareció en ese entonces, se sentó en su silla otra vez y desde su posición observó y escuchó atentamente cada cosa que allí ocurría.

El gerente habló con alegría sobre los primeros puestos que la empresa ocupaba y entre eso, Anne Fave le rozó el culo a Joseph con la punta de los dedos. Lexy ardió de rabia en su posición, pero se contuvo, pues no podía exponerse en tan infantil rabieta.

—Tengo un premio para ti —musitó la mujer en el odio de Joseph y Lexy abrió grandes ojos ante ello—. ¿Mañana en el hotel Real? —preguntó y Joseph asintió conforme.

Lexy se deshizo sobre el asiento y se concentró en la pantalla frente a ella, conteniendo las lágrimas, esas que no sabía de donde provenían, pero que amenazaban con evidenciarla ante los tres desconocidos que seguían charlando frente a ella, ignorándola como si nada, como si no existiese, como si no valiera nada.

El trio de trabajadores conversó por media hora de pie junto a su escritorio, alardeando sobre esas metas que lograban con poco esfuerzo.

Por su parte, se relajó cada vez más, pero la cosa empeoró cuando el teléfono de su escritorio timbró y se vio obligada a contestarlo, aunque sabía que se iba a perder de la conversación entre Storni y Fave.

—Oficina del señor Storni, habla Lexy, ¿en qué puedo ayudarle?

—¿Caminos diferentes? ¡¿Eso quieres?! —escuchó y, ante la ronca y furiosa voz entendió que se trataba de Esteban—. ¡Eso tendrás, zorra de mierda! ¡Te voy a dar caminos diferentes, te voy a dar lo que quieres, pedazo de mierda! —gritó el hombre a través de la línea y los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas.

—Es-Esteban... tu-tú sabes... —titubeó, pero el hombre no la dejó continuar.

—Te voy a mandar a un cajón, zorra, te vas a pudrir dentro de uno —continuó y Lexy entendió sus referencias. No pudo contenerse y soltó las lágrimas en silencio—. Si le dices a tus padres te vas a ir cortada. ¡Te voy a matar, Lexy! —continuó y la muchacha se cubrió la boca para contener el llanto—. ¿Escuchaste?

—Sí-sí —titubeó de inmediato, no quería llevarle la contraria.

La llamada terminó y Lexy se quitó el auricular del teléfono desde la oreja con un absurdo temblor. Lo dejó reposar con cuidado sobre la mesa y sus ojos se encontraron con la intensa mirada de Joseph, quien estaba detallando cada una de sus acciones y esas lágrimas que marchitaban sus mejillas y que lo lastimaban a la distancia.

Siempre míaWhere stories live. Discover now