•𝑀𝓎 𝓂𝑜𝓉𝒽𝑒𝓇•

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La reina no perdió el tiempo, en cuanto puso un pie en Desembarco del rey se llevó a la princesa Daena para hablar con ella; la reina había visto a la joven defender a Aemond sin importarle que tuviera que lastimar a su sobrino y ahí supo que sería fácil ponerla de su lado, pues Daena amaba a sus medios hermanos lo suficiente como para hacer a un lado su amor por Rhaenyra.

—Lo que me pides no es justo Alicent—dijo la princesa con la voz temblorosa.

—Si no lo hacemos Rhaenyra acabará con nosotros—aseguró la mujer tomando la mano de su hijastra—tú misma viste cuando insinuó que debían torturar a Aemond...¿qué más crees que sería capaz de hacernos?

—¿Qué clase de persona le quita su derecho de nacimiento a su hermana?—pregunto Daena con los ojos cristalizados.

—Una que quiere proteger a su familia—contesto Alicent.

—¿En serio crees que Nyra sea capaz de matarnos?—cuestionó la joven.

—Después de lo de anoche, ya no se de que es capaz...—respondió la reina pasando un mechón del pelo platinado de Daena tras su oreja.

¿Esas eran las cosas que Alicent le decía a Aegon? Se pregunto Daena mientras su cerebro procesada si era correcto, aunque no tardo mucho en saber su respuesta —...Los ayudaré—aceptó la princesa en voz baja, dejando que unas lágrimas bajaran por sus mejillas y sintiendo su pecho arder.

La reina sonrió, atrayendo a su hijastra en un abrazo, la joven enredó sus brazos al rededor de la reina mientras esta le acariciaba la espalda, susurrando palabras en su oído, asegurándole que había hecho lo correcto, aunque en el fondo la princesa sintiera que no era así, que no debía quitarle su derecho de nacimiento a su hermana, las palabras de Alicent ya se habían incrustado como dagas en la cabeza de Daena, una tras otra, haciendo que la princesa creyera que su hermana los mataría en cuanto subiera al trono.

—Tú padre quería verte—hablo Alicent alejando a la joven de su cuerpo para limpiarle las lágrimas que resbalaban por sus mejillas—ve antes de que se preocupe por ti.

—Solo sabe preocuparse por Rhaenyra—respondió Daena, aun enojada con su padre.

Alicent negó con la cabeza, haciéndole una seña a la princesa para que fuera con el rey.

—Mi dulce niña—dijo Viserys al ver entrar a su hija en sus aposentos.—toma asiento.

—Alicent me dijo que me buscabas—informó Daena sentándose frente a la maqueta de Valyria de su padre, a un lado de él.

—Quería pasar un rato contigo—respondió el rey sonriendo levemente—se que sigues enojada conmigo, pero necesito que me entiendas querida...

—No te preocupes padre, yo entiendo—aseguró la menor devolviéndole la sonrisa al rey.—¿como vas con la maqueta?

—Es más tardado de lo que me gustaría—comentó el rey estornudando con brusquedad—¿puedes ayudarme?

La joven aceptó con gusto, pasando la tarde en la maqueta de su padre, olvidando por completo la situación en la que se había involucrado al aceptar la oferta de la reina, habló dé trivialidades con Viserys, cosas que carecían de sentido, pero que los hacía pasar un buen rato, al atardecer la princesa salió de los aposentos de su padre para alistarse para la cena.

—¡Aegon!—llamó Daena al ver a su hermano pasar por uno de los pasillos.

—Juro que no estoy bebiendo—dijo el rizado levantando las manos.

La Favorita De Los Dioses Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz