•𝒯𝒽𝑒 𝓃𝒶𝓂𝑒 𝒹𝒶𝓎•

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Habían pasado ya algunos inviernos en los que el rey Viserys era la persona más feliz y a la vez más triste de todo Westeros. Su hija menor ya había sobrevivido más de lo previsto y estaba apunto de tener su segundo onomástico, su hija mayor era la heredera y estaba a punto de casarse, pero eso no quitaba que su querida esposa estaba muerta. Por otro lado, Otto Hightower seguía intentando que sus planes funcinaran pero el rey siempre estaba acompañado de la princesa Daena, incluso durante la noche, que era cuando Alicent acostumbraba a ir, la princesa estaba con su padre y parecía tener un cierto "odio" por Alicent y por Otto, apenas llegaba Alicent a los aposentos de su padre la princesa empezaba a llorar a más no poder, sin contar que recientemente Rhaenyra le había regalado a su hermana un muñeco de madera con forma de su dragón bebé, Onyx. Con esa figura Daena golpeaba a Otto, lanzándole la figura en la cara o la espalda, provocando la risa de Viserys, quien solo decía cosas como "Sus pequeñas manos no pueden sostener las cosas correctamente, no fue apropósito" o "Ella solo está jugando, Otto", aunque esto no evitaba que Otto propusiera que el rey se volviera a casar, cosa a la que el rey se negaba rotundamente, pues el solo quería estar con sus hijas.

-Si no dejas de correr las sirvientas no podrán bañarte, estate quieta Daena-ordenó el rey a su hija.

La pequeña princesa había aprendido a correr antes de lo normal, enorgulleciendo al rey, pero agotando a las sirvientas.

-No-dijo la niña sin más y siguió corriendo.

-Bueno, si no te bañas no iras a la fiesta-dijo el rey cruzando sus brazos.

Daena paro en seco y observo a su padre con el ceño fruncido.

-Sin mi no hay fiesta-dijo Daena algo torpe pero muy entendible.

-¿Segura?-pregunto Viserys-Soy el rey y puedo hacer una fiesta sin ti aunque sea tu onomastico, así que métete a bañar y deja de resongar.

A regañadientes la princesa acepto, metiéndose a bañar mientras su padre le contaba que en su fiesta por su segundo onomástico estarían los lords de las casas más importantes de todo westeros, emocionando a la pequeña que con cada día que pasaba parecía hacerse más orgullosa y ese hecho la hacía sentirse como una reina.

-¿Quien es esa princesa tan hermosa?-pregunto Rhaenyra entrando a los aposentos de su hermana.

A Daena se le formo una sonrisa en el rostro y corrió hacia su hermana. Daena vestía un hermoso vestido rojo con detalles dorados y una corona de flores en la cabeza dejando su cabello platinado suelto.

-Vamos al carruaje-demando el rey.

Las princesas asintieron y siguieron a su padre.

El camino fue tranquilo, Daena se quedó dormida en el trayecto y Rhaenyra iba hablando con su padre.
Después de unas horas el carruaje paro y la puerta se abrió, el rey despertó a Daena y se bajo del carruaje cargando a Daena, siendo seguido por Rhaenyra.

El lugar se lleno de aplausos hacia el rey que elevó a Daena al aire para que todos la vieran.

-Nyra-llamo la princesa a su hermana cuando su padre la dejó en el piso.

-¿Si?.

-Quiero jugar-dijo la niña-esos señores solo quieren sentarse a comer.

-veré que puedo hacer-dijo Rhaenyra, riendo por lo dicho.

Rhaenyra observo a los alrededores y su mirada se detuvo en los Stark, lord Rickon Stark tenía un hijo pequeño que parecía tener los mismos inviernos que su hermana.
La princesa heredera tomó la mano de su hermana y la llevó hasta los Stark.

-Lord Rickon-saludo Rhaenyra.

-Princesa Rhaenyra-correspondió haciendo una reverencia.

-A mi hermana le gustaria jugar con su hijo, si no le molesta-pidió amablemente.

La Favorita De Los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora