•𝐻𝒶𝓁𝒻 𝐵𝓁𝑜𝑜𝒹•

1.2K 106 2
                                    

Tiempo antes del onomástico número tres de la princesa Daena nació el pequeño Aegon, el hijo de Alicent y el rey Viserys, un niño al que Daena no odiaba, pero tampoco lograba querer completamente, a su vez, se le informó al rey que en Winterfell había nacido un niño de la familia Stark al que llamaron Cregan.

—¿Dónde está Aegon?—le cuestionó la princesa Daena a su padre.

—No lo se, tal vez con Alicent—contesto el rey con claro desinterés.

—Iré a buscarlo—dijo la niña que alguna vez tuvo miedo de ser remplazada por Aegon, pero que ahora bien sabía que su padre nunca querría lo suficiente a ninguno de los hijos de Alicent.

El rey asintió, dejando ir a la pequeña, Daena camino por el castillo a pasos lentos y cortos sin ninguna prisa hasta llegar al cuarto de su medio hermano, cuando llegó lo vio sentado en un tapete jugando con sus nodrizas. La princesa se sentó junto a su hermano y este comenzó a mover las manos cuando la vio.

—Estás muy gordo Aeg—mencionó Daena agarrando la mejilla del príncipe.

—Come más de lo que debería—hablo la reina consorte desde la puerta asustando a Daena.

—Solo venía a jugar con él—dijo la princesa.—no quería molestar.

—No te preocupes, a Aegon le gusta estar contigo—afirmó la castaña—y eres su hermana no hay nada de malo.

Daena frunció el ceño al ella esperar una conducta más agresiva, unos segundos después su cara se relajó y sonrió. La princesa se la pasó la tarde jugando con su medio hermano mientras la nueva reina los miraba con una sonrisa.





(...)











—¡Aegon espérame!—pidió la princesa Daena corriendo detrás de su medio hermano.

—¡No, te estuve esperando todo el día!—negó el menor acelerando sus pasos.

—¡Te odio!—grito la princesa deteniéndose para tomar un descanso.

La niña decidió tomar un respiro y siguió corriendo tras su hermano, al alcanzarlo ya estaban en su destino, los aposentos de Alicent, abrieron la puerta y lo primero que pudieron ver fue a Helaena sentada en el piso con el pequeño Aemond a un lado.

—Puedo escuchar sus gritos desde aquí—dijo Alicent apareciendo en su rango de visión.

—Perdón, solo queríamos verlos—contesto Daena señalando a sus hermanos.

Alicent asintió y se sentó en su cama poniendo una mano en su frente.

—Claro, pero que no vuelva a pasar—ordenó en un tono más suave.

Aegon se sentó junto a Aemond y observó el juguete en forma de dragón que tenía en su pequeña mano, mientras Daena se sentaba junto a Helaena.

—Es una lastima que su huevo no haya eclosionado—dijo Aegon arrebatándole el juguete a su hermano.

—No seas grosero Aeg—pidió Daena quitándole el juguete al ojiazul para regresárselo al más pequeño antes de que llorara.

—No estoy siendo grosero—aseguró Aegon—Y mi huevo tampoco lo hizo así que no lo estoy ofendiendo, el sentimiento es mutuo.

Daena rodó los ojos y comenzó a trenzar el cabello de Helaena con cuidado de no jalar su pelo, al no obtener respuesta Aegon comenzó a jugar con Aemond a golpear los juguetes en el piso o contra si mismos, ocasionando la risa del bebé. Así estuvieron un tiempo hasta que Aemond cayó dormido en el suelo, siendo seguido por Helaena, quien se durmió mientras le trenzaban el pelo, y al final Aegon también se durmió, por el aburrimiento, Alicent recogió a sus hijos del suelo y los dejó sobre su cama mientras Daena la observaba.

La Favorita De Los Dioses Where stories live. Discover now