•𝓉𝒽𝑒 𝓃𝑒𝓌 𝓅𝓇𝒾𝓃𝒸𝑒𝓈𝓈 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒽𝑒 𝓃𝑒𝓌 𝒽𝑒𝒾𝓇𝑒𝓈𝓈•

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La habitación estaba llena de parteras moviéndose de un lado al otro, cargando toallas y trapos húmedos, mientras la reina Aemma luchaba por su vida... y la de su bebé.

-Tiene que tomar una decisión, mi rey-dijo el maestre seriamente.

El rey Viserys se acercó a Aemma y tomó su mano, susurrandole un "te amo" y tomo su decisión.

-Salven al niño-dijo apartando la mirada.

-¿Q-qué hacen? ¿Qué están haciendo?-pregunto la reina con voz temblorosa.- Viserys tengo miedo, diles que se detengan.- suplico viendo cómo las parteras la sujetaban fuertemente.-¡Viserys, por favor!.

Viserys no tuvo la fuerza para hablar y sólo se quedó observando como su esposa, su dulce Aemma, era abierta por el estómago, escuchando sus gritos de muerte, y sintiéndola retorcerse de dolor. Si de algo estaba seguro el rey es de que nunca dejaría de escuchar las gritos de Aemma.

Después de unos minutos de escuchar gritos de agonía, todo quedó en silencio hasta que de nuevo se escucharon gritos, pero estos no eran de dolor, eran los gritos de un bebé recién nacido.
El maestre limpio al nuevo ser, y con algo de nerviosismo se acercó al rey.

-Felicidades, su gracia...-dijo el maestre.

-¿Es un niño?.- pregunto el rey apartando la mirada de su esposa fallecida en la cama y observando al bulto entre los brazos del maestre.

El maestre paso saliva antes de contestar.-Es una niña, muy bella, mi rey.

La sonrisa de Viserys se borró...no habia heredero...la muerte de su esposa habia sido en bano...no...no lo habia sido... esa niña era su hija y lo último que le dio Aemma antes de morir.

-Daena, Daena Targaryen, ese va a ser su nombre-afirmó el hombre entre lágrimas y la niña de cabellos platinados sonrió.

Durante el funeral de la reina Aemma, la niña estuvo en los brazos de una nodriza, su padre no tenía la fuerza para cargarla y sus demás familiares no estaban interesados en hacerlo.

-Te están esperando- susurro el príncipe Daemon hacia su sobrina.

-Me pregunto si, durante esos meses que mi padre creyó que era niño, fue feliz.- dijo Rhaenyra en Valyrio.

-Tu padre te necesita, más de lo que nunca lo a hecho, las necesita a las dos.

-Nunca seremos un hijo.

Fue lo último que dijo la princesa antes de voltear e intentar buscar ayuda en su padre, cosa que nunca pasó.

-¡Dracarys!-ordenó entrecortadamente la princesa.

Syrax bajo de la colina y solto una llamarada quemando el cuerpo de la difunta reina.

Esa noche, el rey se encontraba en sus aposentos observando su maqueta, sin tener idea de lo que Otto Hightower estaba planeando, pero Otto tampoco tenía idea de que esa noche su plan sería completamente arruinado por una pequeña bebé de ojos violetas y cabellos platinados que llegaría esa misma noche al cuarto de su padre.

-su gracia-llamo la nodriza entrando a la habitación.- la princesa no deja de llorar, hicimos de todo y no deja de hacerlo.

-Háblale al maestre-ordenó el rey e hizo una seña para que le dieran a la bebé.

-Enseguida mi rey- dijo la nodriza depositando a la princesa en los brazos de Viserys.

La nodriza salio de los aposentos del rey y corrió a llamarle al maestre, mientras el rey averiguaba que hacer con la niña, que en cuanto la nodriza desapareció se quedó callada, observando detenidamente a su padre.

La Favorita De Los Dioses Where stories live. Discover now