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Denisse, una niña introvertida desde su infancia, carga con el peso de burlas y desprecio de sus compañeros debido a su comportamiento y aspecto peculiar.
Un día, huyendo de la crueldad escolar, cae accidentalmente en un alcantarillado, desenc...
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El sonido de las ruedas de skate resonaba en la guarida, creando una sinfonía de movimiento y emoción mientras Leo, Mikey, Rapha y Donnie se sumergían en su competencia. La adrenalina llenaba el aire, alimentando la determinación de cada uno por alcanzar la victoria y obtener el codiciado título de campeón.
Sin embargo, entre el bullicio y la algarabía, Denisse irrumpió en la guarida, su presencia eclipsada por el cansancio evidente que se reflejaba en sus ojos hundidos y las profundas ojeras que oscurecían su semblante. La fatiga la había consumido, dejando en claro que no había tenido ni un momento de descanso en toda la noche, quizás incluso durante varios días.
Los ojos curiosos de los hermanos tortuga se posaron en ella mientras se acercaba, saludándola con entusiasmo y alegría.
Leo fué el primero en saludarla, su voz llena de energía y amistad, pero la respuesta de Denisse fue apenas una sonrisa fugaz, desprovista de la alegría contagiosa que solía acompañarla.
Después de los saludos rápidos, Denisse continuó su camino, aparentemente perdida en sus propios pensamientos. Sin embargo, Donnie notó de inmediato que algo no estaba bien. Con una determinación silenciosa, decidió seguir a Denisse, agarrándola de la mano y llevándola hacia su laboratorio sin siquiera darle la oportunidad de protestar.
El repentino gesto de Donnie tomó por sorpresa a Denisse, quien se sintió desconcertada por su brusquedad.
— ¿Qué estás haciendo, Donnie? —preguntó ella, tratando de liberar su mano del agarre firme del genio tecnológico.
Donnie la miró con seriedad, sintiendo la preocupación burbujeando en su interior mientras observaba el rostro fatigado de Denisse.
— Sé que algo te está pasando, Denisse. No puedo ignorarlo. ¿Qué está pasando? —inquirió él, su tono suave pero firme, revelando su preocupación genuina por su amiga.
Denisse desvió la mirada, sintiéndose atrapada entre el impulso de abrirse y el deseo de mantener sus problemas ocultos. Sin embargo, la mirada perspicaz de Donnie la penetraba, como si pudiera leer sus pensamientos más profundos con solo una mirada.
— No es nada, Donnie. Solo estoy un poco cansada, eso es todo —respondió ella, intentando desviar la atención de sus preocupaciones internas.
Pero Donnie no se dejó engañar tan fácilmente. Conocía a Denisse lo suficiente como para saber cuándo algo no estaba bien, y no iba a dejar que ella se alejara sin obtener respuestas.
— No me mientas, Denisse. Sé que algo te está molestando. Y estoy aquí para ayudarte, si me lo permites —insistió él, su voz llena de determinación y amistad sincera-. Para colmo hace unos tres días te llamé más de seis veces y no respondiste. No sueles estar sin tu teléfono por tanto tiempo.
