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Denisse, una niña introvertida desde su infancia, carga con el peso de burlas y desprecio de sus compañeros debido a su comportamiento y aspecto peculiar.
Un día, huyendo de la crueldad escolar, cae accidentalmente en un alcantarillado, desenc...
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Denisse irrumpió en el taller de Donatello con una sonrisa, rompiendo el silencio del lugar con su presencia. Los ojos curiosos de Donnie asomaron por encima de sus gafas técnicas al escuchar su voz.
— ¡Hola, Donnie! —saludó Denisse, con entusiasmo evidente en su tono—. ¡Feliz año nuevo!
El genio tecnológico devolvió la sonrisa, reconociendo el brillo festivo en los ojos de su amiga. Había notado su ausencia durante las festividades, sabiendo que había pasado ese tiempo con su madre. Aunque habían resuelto sus diferencias, Donnie sabía que la relación entre Denisse y su madre aún era complicada.
— ¡Feliz año nuevo, Denisse! —respondió Donnie, su sonrisa ampliándose—. ¿Cómo han estado las cosas por casa?
Denisse suspiró ligeramente, recordando los momentos tensos con su madre durante las vacaciones.
— Estuvo bien, supongo —respondió, tratando de restar importancia a las tensiones familiares—. Mi madre aún insiste en ciertas cosas, pero decidí no prestarle atención.
Donnie asintió con comprensión, sabiendo lo difícil que podía ser enfrentarse a las expectativas de los padres.
— Bueno, siempre estoy aquí si necesitas hablar o algo así —ofreció, su voz llena de apoyo sincero.
Denisse se acercó a Donnie y le dio un golpecito juguetón en el hombro, con una sonrisa cómplice.
— No te pongas tan cursi, Donnie —bromeó, tratando de aligerar el ambiente—. Sabes que siempre puedes contar conmigo también.
Ambos se miraron con complicidad, recordando el momento tenso que habían compartido semanas atrás en el barco pesquero. La confesión indirecta de Donnie había dejado una huella en ambos, creando una conexión especial entre ellos que ahora se manifestaba en su lenguaje no verbal.
Donnie desvió la mirada por un momento, sintiéndose ligeramente avergonzado por haberse dejado llevar por la emoción. Sin embargo, al volver a encontrarse con los ojos de Denisse, vio reflejada una comprensión profunda y una aceptación incondicional.
— Gracias, Denisse. Significa mucho para mí —respondió Donnie, con sinceridad en su voz—. Eres una gran amiga.
Denisse le dedicó una sonrisa radiante y, sin decir una palabra más, se sumergieron juntos en el trabajo que tenían por delante en el taller de Donatello. Aunque no lo expresaran en palabras, ambos sabían que su vínculo había fortalecido aún más, alimentado por la confianza y la complicidad que compartían.
Luego de eso, Donnie jugueteó nerviosamente con una de las herramientas en su mesa de trabajo, buscando un cambio de tema para despejar la atmósfera.
