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Julia y Atenea fueron en autos separados, la diosa griega tenía la excusa perfecta para ir en su propio auto, y claro que como gran estratega, piensa llevar a la vuelta a Samantha. La noche es perfecta y aunque hace frío, Julia lleva en su auto a las chicas al lugar del encuentro, no es la más comunicativa o sociable, ella escucha cómo conversan más que participar de la charla.

—Julia, tú y Atenea tienen su fama ¿Es cierto? —pregunta Sam.

—Seguramente es cierto, no sé que dicen pero lo más probable es que sea cierto.

—Que son unas mujeriegas, de hecho la compañera de Emma, usó el término de sicarias sexuales —todas ríen.

—Tricia siempre dándome una mano. Bueno ya llegamos. Espero que no te moleste el humo del cigarrillo.

Atenea estaba esperándolas afuera fumando, al verlas llegar termina de dar la última calada y apaga el cigarrillo. Luego se mete caramelos de menta en la boca y se acerca a abrirle la puerta a Emma y Samantha con una gran sonrisa.

—Buenas noches señoritas.

—¿A mí no me abres la puerta? Pésimo servicio —se acerca colocándose al lado de Emma—. Vamos entonces.

Atenea se sienta frente a la rubia al lado de Julia, conversan en grupo pero Julia participa muy poco de la charla, sonríe y asiente, se miran varias veces con Emma y ella la toca debajo de la mesa, luego le manda un mensaje.

—¿Estás bien? No te noto muy cómoda.

—Quisiera que la cita hubiera sido solo contigo —Emma levanta las cejas y se queda sorprendida.

—¿Entonces si era una cita?

—Puede serlo ¿Y si nos escapamos luego de comer con alguna excusa? Ellas parecen llevarse bien y no creo que nos extrañen mucho si nos vamos —Emma levanta sonríe de medio lado y asiente— ¿Invento yo una excusa o te lo dejo a ti?

—Yo invento algo, de todas maneras con tal de quedarse ellas a solas, no creo que les importe —cenan, Emma va al baño y vuelve para compartir una mirada con Julia— ¿Te importaría llevarme de vuelta? Tengo que estudiar para un parcial y la noche va a ser larga.

—Claro —la castaña se levanta sin poner ni un solo pero—. Lleva a Samantha —le dice a Atenea—, nos vemos.

Ambas se despiden y salen del lugar, ellas no preguntaron u objetaron, estaban demasiado ocupadas conversando entre ellas. Emma sube y van con Julia a caminar por la ciudad, iban a ir por un trago pero se deciden por un café abierto las 24 horas para parar a tomar algo. Emma pide un latte de caramelo frío y Julia un doble expresso.

—Dicen que como te gusta el café, te gusta el sexo —larga Emma el comentario y Julia sonríe, porqué en definitiva a ella le encanta el sexo fuerte, por decir lo menos—. Con eso no podrás dormir esta noche.

—Lo dudo, siempre que te tengo cerca descanso mejor.

—¿Porqué no descansas Julia? ¿Qué es lo que no te deja dormir?

Ella mira hacía la ventana ¿Cómo explicarle? que su propio hermano la tiene el vilo, el mismo que le ha hecho tanto daño, que cuándo lo tiene cerca siente repulsión por él y sus padres, que no descansa aún cuándo su apartamento tiene alarma, que las puertas tienen traba y que antes de irse a dormir checa dos veces que todo esté cerrado, y que su habitación tiene seguro del lado de adentro, que a veces se despierta en la noche agitada sudando con el corazón latiendo a mil por hora, por el peso de los recuerdos y las pesadillas.

—Solo tengo pesadillas.

—¿Sabés que puedes decirme verdad? No diré nada.

<<Ojalá pudiera, pero no quiero involucrarte, aparte de que tengo un acuerdo de confidencialidad, un bozal legal>>

Las voltea heterosWhere stories live. Discover now