Capítulo 43

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Durante los siguientes cinco días Avery vivió en una constante ansiedad y nerviosismo, pensando que en cualquier momento Ivanna irrumpiría en la empresa o en el apartamento. El miedo que sentía no la dejaba dormir, ni comer bien ni mucho menos concentrarse en el trabajo. Incluso la misma preocupación que sentía la estaba enfermando.

Esa mañana en la oficina, tratando de serenar su ansiedad y concentrarse en su trabajo, sintió un ligero mareo y una fuerte punzada en la cabeza que la hicieron cerrar los ojos. Se sentía tan estresada y su cuerpo empezaba a exigirle más descanso y que le diera energías.

Se enderezó con aquella molestia en su cabeza y fijó la vista en el ascensor, que daba aviso a la llegada de alguien.

Asier salió de la caja de metal con una sonrisa en los labios y vestido de manera casual. Se acercó a su escritorio y frunció el ceño al notarla tan pálida y descompuesta, frotando sus sienes y haciendo una mueca de dolor.

—¿Estás enferma? —inquirió el hombre.

—Supongo. Es solo cansancio, hemos tenido mucho trabajo en los últimos días y… ya sabes, me siento algo estresada con toda la cuestión de la denuncia.

—Es entendible que estés preocupada, pero relájate un poco, ¿sí? Jolie es la mejor de las abogadas que puedan existir en este mundo, doy fe de ello —le regaló una sonrisa genuina y amigable, haciendo una seña hacia la oficina de su hermano—. ¿Está ocupado?

—Demasiado —respondió el mismo Jeray y los dos giraron sus rostros para verlo salir de su oficina—. ¿No deberías estar ocupado en tu trabajo? ¿No tienes pacientes que atender?

—Los tengo, pero hoy es mi día libre y quise venir a ver qué tal estaban las cosas por aquí —golpeó el escritorio de la chica—. ¿Por qué no tomamos un café? Además, con ello le das un descanso a Avery para que beba algo, estire sus piernas o tome aire fresco.

Jeray se acercó a su novia y la tomó del rostro con suavidad. Se veía sumamente cansada, su piel blanca estaba más pálida de lo normal y bajo sus ojos se marcaba una bolsa oscura que dejaba en claro que no había descansado lo suficiente.

Y es que Avery se sentía rebasada. El  trabajo, las preocupaciones, la falta de apetito, los dolores constantes de cabeza y en su cuerpo, la gran actividad sexual. Todo eso le estaba pasando factura y su cuerpo le pedía a gritos tomar un descanso.

—¿Estás bien? —tocó su frente con el ceño fruncido.

—Tengo un poco de dolor de cabeza, es todo.

—No tienes fiebre, pero no te ves nada bien.

—Estoy bien, solo me siento un poco cansada. Han sido días difíciles.

—Ven, vamos a la oficina y descansas un poco.

—No hace falta, me siento bien. Además, debo terminar el informe para la junta de mañana…

Pero su novio ignoró sus palabras y la tomó en sus brazos, llevándola a su oficina y recostándola en el sofá, siendo seguidos por Asier.

—Le haré un té —dijo el doctor y se acercó a la barra para prepararle uno.

—No, no es necesario —intento levantarse, pero Jeray la detuvo—. Con una pastilla el dolor se irá. No tienen que tomarse tantas molestias conmigo.

—No me molestas, cuñis. Creo que todos aquí estamos tensos con lo de Ivanna, así que tomémonos un té para relajar los nervios.

—¿Por qué no me dijiste que te sentías mal, ángel? —inquirió su novio.

—Solo es cansancio y preocupación.

—Tomate el día libre, ¿sí? Le pediré a Borbón que te lleve al apartamento.

Infierno [✓]Where stories live. Discover now