Capítulo 33

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Avery se sentía nerviosa, pero los padres de Jeray la estaba tratando muy bien, preguntándole cosas irrelevantes y contando una que otra anécdota de sus hijos.

Ellos parecían una familia perfecta; unos padres enamorados y que estaban orgullosos de sus hijos, y unos hijos ejemplares, responsables y amables. Pero sabía que guardaban su propio dolor en el antaño y, luego de todo lo que tuvieron que pasar, en ese momento solo les quedaba ser felices.

La cena llegó minutos después y Jeray le sirvió a la joven, diciéndole que amaría la comida de su madre y que aquel plato era el que comían todos los años en el cumpleaños de su hermano menor, ya que era su favorito.

La joven se sentía avergonzada de que tres pares de ojos los vieran con suspicacia y tanta fijeza, pero no podía pasar por alto las atenciones del hombre a su lado, de lo feliz que se veía y de lo tranquilo que estaba. La sonrisa en sus labios la tenía bien cautivada, porque jamás lo había visto sonreír de esa manera tan suelta y única. 

—Cuéntanos un poco más de ti, Avery —inquirió la Sra. Sophie, teniendo el presentimiento en el pecho de que su hijo estaba muy enamorado aunque no lo había aceptado.

—Bueno, no tengo mucho que contar de mí. Llevo una vida muy común y corriente… —respondió ella, algo tensa y tímida—. Además de ser la asistente de Jeray, cuido a mi hermano.

—¿En serio? —sonrió, pero la mujer frunció el ceño—. ¿Y qué pasó con la otra chica que era tu asistente? No recuerdo su nombre muy bien, es raro y me causa gracia porque me recuerdo a la perra de nuestra vecina Amanda. ¿No crees que se parece, mi amor?

—Tiene un poco de parecido —concedió su marido, aguantando la risa—. Pero la chica se llama Dixie. La perra de Amanda se llama Missy.

Jeray borró la sonrisa de sus labios y respiró hondo antes de responder que la había despedido hacia unas semanas. Dándole una mirada fugaz a su ángel, se dio cuenta de que su mirada transmitía la misma furia que él sentía en su interior ante la mención de la perra de su exsecretaria.

Sacó su teléfono y le envió un mensaje rápido a Borbón, indicándole que la vigilara de cerca sin ahondar demasiado en el tema. Cuando llegara el momento, se encargaría de ella personalmente y se arrepentiría de haberle puesto una mano encima a su chica.

—¿Y tus padres?

—Mamá —Jeray la interrumpió de inmediato al sentir la joven tensarse a su lado.

—No pasa nada —respondió Avery, con un nudo en la garganta y apoyando su mano en el brazo del hombre—. Mis padres murieron hace un par de años en un accidente.

Aquello rompió el corazón de la mujer. La chica ante sí se veía bastante joven y, teniendo en cuenta de que su hermano era uno de los pacientes de su hijo, sentía tristeza y congoja de que alguien sufriera tanto desde tan temprana edad. Su hermano debía ser mucho más joven que ella y el solo hecho de pensar en todo el sufrimiento que había pasado ella y se veía reflejado en su clara mirada, comprendió por qué su hijo mayor le había pedido que no la hicieran sentir mal.

La joven era importante para él y él estaba dispuesto a protegerla de todo, solo que ella no sabía cuánto estaba dispuesto su hijo a protegerla de todos, inclusive de él mismo.

—Lo siento mucho.

—Gracias… No pasa nada, no es como que veamos a una persona y conozcamos todo de ella, ¿no?

—Tienes razón —asintió la mujer con una sonrisa amable y decidió cambiar el tema, preguntándole qué le parecía la comida y cómo era ser la secretaria de Jeray.

Infierno [✓]Where stories live. Discover now