XXXII.- Recuperando Recuerdos

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ADVERTENCIA: Este capítulo menciona temas como el abuso físico y torturas. Leer bajo su propio riesgo. 


Stiles se paró frente a Derek, el alfa lo miró con curiosidad, después de la muerte de Tamora Monroe habían pausado por unas semanas el seguimiento de Gerard, después de todo no es como si pudiera escapar.

— ¿Todo bien? — le preguntó Derek un poco preocupado, odiaba no saber lo que pensaba su adorado novio, era tan frustrante. Se sentía como cuando lo conoció cuando no eran nada y solo fingían que no estaban interesados en el otro.

— Necesito recuperar mis recuerdos, así que quiero que hagas eso de las garras para desbloquearlos.

Derek casi tira la taza de café que estaba en su mano. Jamás pensó que Stiles le iba a pedir eso. Sabía que el castaño no iba a cambiar de idea, era demasiado terco para hacerlo.

— ¿Estás seguro? Puede ser peligroso y la verdad no quiero perderte. — le dijo con tristeza, le aterraba la idea de no tener a su castaño, de nuevo.

— Sé el peligro que conlleva. — suspiró — Quiero tomarlo, quiero recordar.

— Esta bien. — sentó al castaño sobre el sofá — Voy a tener que entrar en tu subconsciente, necesito ayudarte a liberar tus recuerdos desde adentro. Trataré de ser rápido. — enterró sus garras en la nuca del otro.

*

Derek se sorprendió al ver los restos de su mansión, no podía creer que ese era el subconsciente de su novio.

— Muy bien, es hora de escarbar en tus recuerdos. — caminó unos minutos por lo que parecía ser el bosque hasta que llegó a un área donde había varias puertas, todas estaban cerradas con llave. Esos eran los recuerdos que aislaron para que nadie pudiera abrirlo, pero él era el compañero de vida de Mieczyslaw Stilinski.

Entró a la primera donde se encontró con un pequeño Stiles abrazándose a sí mismo, estaba hecho bolita en la esquina de su habitación. Podía escuchar pasos afueras y el pequeño de ocho años trataba de silenciar sus sollozos. La puerta de la habitación se abrió de manera fuerte.

— Aquí estás pequeño bastardo. — quiso acercarse, pero solo era un recuerdo — ¡Tu me quieres matar! Noah es muy inocente, pero yo puedo ver lo que en realidad eres. — sus ojos no mostraban más que locura — Tu asesinaste a mi hijo, tomaste su lugar y ahora vas a asesinarme. — corrió y tomo el pequeño cuello del niño tirándolo al suelo.

Stiles se removía mientras intentaba escapar de ahí y poder tomar un poco de aire, de su cabeza salía sangre y de su nariz igual. Las lágrimas no paraban de correr por sus mejillas. Tenía miedo, mucho miedo. Ella no era su mami.

Noah entró a la habitación viendo con horror la escena frente a él. Tomo a su mujer con un poco de fuerza y la apartó del menor.

— ¡Claudia!

El pequeño Thomas se asomó a la habitación y ante el asentimiento de su padre corrió a su hermanito con Stuart detrás. Ellos lo cuidaron mientras tosía.

— Vas a estar bien, Mica.

El niño solo podía llorar mientras tosía tratando de recuperar el aire que le habían arrebatado.

Los paramédicos llegaron y Derek salió de ese recuerdo tratando de limpiar sus lágrimas. Una cosa era lo que su novio le había contado y otra era verlo con tus propios ojos.

Tomo aire y abrió la siguiente puerta.

Ahí se encontraba un Stiles de diez años completamente pálida, vendas cubriendo casi todo su cuerpo, o lo que era visible, tenía ojeras y su mirada parecía perdida. Miraba de manera atenta como su padre abrazaba a sus hermanos, ellos se iban lejos.

Thomas los vio y le sonrió mientras movía su mano. Stuart le dijo adiós con emoción, él pensaba que solo se iban a tomar unas vacaciones.

— Adiós. — susurró Stiles, aunque retrocedió al ver como su padre se acercaba a él.

— Ahora solo quedamos tu y yo pequeño bastardo.

El pequeño Stiles sabía que sus padres no lo querían, pero Noah lo culpaba de la muerte de Claudia así que desde el día que murió había estado bebiendo y golpeando sin descanso al castaño.

Antes de que Noah pudiera dar un golpe para continuar con la golpiza de la mañana, el timbre de la casa sonó y al abrir la puerta se encontró con Melissa, Rafael y Scott Mccall.

— Noah, venimos por Stiles. ¿Recuerdas que iba a pasar el día con nosotros? — le dijo Melissa con una suave sonrisa.

Ellos sabían perfecto que estaba sucediendo y a pesar de que Rafael había intentado más de una vez sacar al niño de ahí y tomarlo para que viviera con ellos las autoridades no lo dejaban. Noah Stilinski sabía muy bien como cubrir sus pistas y todas las heridas de Stiles tenían justificaciones "lógicas".

— Si. — miró al menor — Ve.

Stiles caminó rápido hasta que llegó hacia ellos y soltó el aire que había retenido mientras Scott tomaba su mano.

Una vez lejos de esa casa Stiles se aferró a Melissa y lloró sin detenerse.

Derek solo quería abrazar al pequeño Stiles con todas sus fuerzas, pero salió del recuerdo y abrió la siguiente puerta donde se encontró el recuerdo de la primera vez que él y su Stiles se conocieron, se veía tan joven y cansado, pero seguía tan hermoso como lo recordaba.

Las siguientes puertas eran de todo lo que pasaba con la manada y en su propia casa, luego llegaron las de cuando regresaron sus hermanos y al fina el juicio de Noah.

Ya había abierto todas las puertas, Stiles ya podía tener todos sus recuerdos, pero había una puerta más, esta estaba sin seguro y era de un color carmesí bastante oscuro. Suspiró, y abrió la puerta.

Jamás debió de abrir esa puerta.

Stiles se encontraba gritando de dolor mientras su rostro era quemado por Gerard Argent. Jayden se retorcía detrás de él y lo que les siguió fueron los diferentes entrenamientos donde los dos castaños terminaban muy graves, a punto de morir. Lo último que apareció fue Stiles sin el brillo de sus ojos mientras asesinaba a un niño de doce años.

*

Stiles se despegó de Derek y se tiró al suelo, se arrastro hasta quedar pegado a la esquina de la pared y se abrazó a sí mismo. Derek sintió su corazón romperse así que se acercó de manera lenta y cuando estuvo frente a su novio solo lo abrazó con fuerza. Lloró con dolor al escuchar los sollozos y gritos de su novio, ahora había recordado todo y la marca en el se había hecho mucho más grande.

— Shh... Todo está bien. Aquí estoy, pequeño, aquí estoy. Te amo. — lo mecía levemente entre sus brazos. 

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