10. Una jurisprudencia desdibujada

54 6 8
                                    

Arabella

Mi alarma sonó estridente sobre la mesa de luz a mi izquierda, sentía que a mi cuerpo le había pasado un camión por encima. Decir que me encontraba cansada, era poco, estos días en que nos han tenido haciendo actividad física todo el día, ahora me están pasando factura.
Siempre me costó retomar la rutina después de las vacaciones, pero esto, no tenía comparación alguna, se sentía como cuando uno está recién saliendo de un estado gripal. Me dolía el cuerpo, lo único que quería hacer era dormir, hasta respirar se estaba volviendo una tarea tediosa. Sumado a esto, había amanecido muy fresco, y la tibieza que me brindaba mi cama era ciertamente embriagante. Si por mi fuese, me quedaría durmiendo hasta mañana, pero el deber llamaba y, lamentablemente, no puedo darme el lujo de faltar.

Me puse el uniforme, sólo que esta vez opté por reemplazar mis medias cortas por unos cancanes oscuros translúcidos, y en lugar de llevar un buzo, me puse un sueter azul noche de escote en "v", y un saco largo hasta las pantorrillas color negro.

Desayuné unos cereales con leche y me maquillé con tranquilidad, puesto que Lola estaba algo retrasada. Unos minutos más tarde se oyó el fuerte bocinazo de su coche, tomé mis pertenencias y salí a su encuentro sin antes tomarme una pastilla para el dolor muscular. Allí vi a la morocha, recostando su cabeza en el volante mientras se oía de fondo una de mis canciones favoritas, "Iris" de los Goo Goo Dolls. Ella también se había abrigado hasta la médula, incluso noté que cerró su descapotable con el techo que se encontraba plegado en la parte de atrás.

Nos saludamos en el mismo tono de voz, es decir, liquidado. Compartimos una risa extenuada al ver que nos encontrábamos en el mismo estado, pero fue aún más gracioso cuando cruzamos el umbral de la puerta del salón, y nos encontramos con una copia similar a ambas. Todos, y cuando digo todos, me refiero a literalmente cada uno de nuestros compañeros, estaban semidormidos, despatarrados en los bancos.

Tomamos asiento donde siempre, al final de la fila izquierda, al lado de las ventanas, lamentablemente. Por debajo de estas, se colaba una fina brisa congelada que lograba enfriarnos como si estuviéramos en medio de la Antártida.
Con mi amiga imitamos al resto, Todd, las mellizas y sus novios, no tardaron en llegar y sentarse justo a nuestros alrededores, para luego hacer exactamente lo mismo.

Una amiga de Sophie se encargó de apagar la luz y de cerrar la puerta de ingreso para así amortiguar un poco los ruidos y el griterío del pasillo. Era como si dentro no hubiera nadie, pues no volaba una mosca ni nadie se movía. Podría jurar que hasta logré conciliar el sueño un poquito, al menos así fue hasta que repentinamente se oyó cómo alguien se introdujo exageradamente al salón y prendió las luces.

—Ya, sé que están cansados, no se anden creyendo que fueron los únicos a los que les costó comenzar la semana. Pero si todavía siguen con sueño, se hubieran quedado en sus casas, aquí venimos a estudiar y trabajar, así que los quiero a todos derechos y con los ojos bien abiertos. Al que vea durmiéndose lo mandaré de visita a dirección para que lo envíen a casa.— Acto seguido, nos incorporamos de mala gana en nuestros asientos. Nadie quería llevarle la contra a esta mujer, y mucho menos pasar de visita por la dirección.

—Por esto la detesto.— Susurró la morocha para que sólo nosotras pudiéramos oírla con claridad.

Llegó un punto en que las neuronas de mi cerebro dejaron de conectar y entender de lo que está mujer estaba hablando cuando le dio inicio a sí clase. Oía palabras como "jurisprudencia", "norma" y "corte suprema" pero no había forma de que pudiera formular una relación entre ellas.

—Entonces, ¿alguien sabe lo que es la jurisprudencia?— Nadie le contestó de primera mano, así que comenzó a desmenuzar el tema de hoy. No fue hasta que Andrew, quien se sentaba cerca mío, elevó su mano para pedir la palabra, entonces me vi obligada a erguirme en mi asiento y simular estar tomando apuntes de lo que decía, era muy temprano para llevarme un reproche.

Secretos de una jurisprudencia desdibujadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora