3.1 Responsabilidad - Carlisle Cullen

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Narrador Omnisciente

Edward se había ido, apenas llevaba unos años en su nueva vida cuando decidió irse. Como el hijo pródigo, pidió dinero y se marchó.

Carlisle no se negó, pero inevitablemente se sintió herido. Parecía que no hacía la mejor elección en cuanto convertir a alguien se refería.

Edward le resentía un poco, por ello decidió explorar por sí mismo, salir del ala de su creador. Por otro lado, Rosalie le miraba con rencor cada vez que se encontraban, aún si seguía manteniendo la cortesía, era muy notable su rechazo. Así que Carlisle les dejó hacer lo que les plazca en estos casi diez años.

Y Rosalie tomó la primera oportunidad que tuvo, le pidió dinero para establecerse en una cabaña aparte y, aunque seguían yendo a cazar juntos de vez en cuando, no eran muchas las palabras que intercambiaban.

Pasaron los años y Carlisle ya se había hecho la idea de estar solo otra vez.

Caminaba de regreso a su departamento cuando escuchó un quejido venir de un callejón. Por inercia se detuvo y, gracias a su visión, observó que provenía de una caja. Se acercó para abrirla y jadeó al ver a un niño de cuatro o cinco años.

Estaba sucio y desnutrido, pero apretaba un pedazo de papel contra sí mismo. Era rubio y su mirada era calculadora, pero la ternura de la edad no le faltaba.

Carlisle miró a su alrededor buscando a alguien que se relacionara con el pequeño, pero no vio a nadie.

- No hay nadie más, ¡Vete! - exclamó el pequeño.

- ¿Estás solo? - preguntó Carlisle aún sorprendido.- ¿Necesitas ayuda?

- ¿Qué estás sordo? El que necesita ayuda eres tú. -  se quejó haciéndo puchero.

Carlisle rió enternecido y asintió con la cabeza.

- Si... tiendo a cometer varios errores últimamente. - expresó  el mayor.

El niño lo miró y pareció haber hecho un plan en su cabecita.

- Si no me das una moneda cometerás otro error. - dijo sin titubear.

- ¿Y qué harás con una moneda? - preguntó Carlisle interesado.

- Soy un niño de la calle, por supuesto que debo comer. - respondió con obviedad.

Carlisle pareció pensarlo.

- Te daré tu moneda, pero también déjame llevarte a comer algo. - propuso.

El niño contempló lo que Carlisle dijo, pero rápido volvió a su expresión de seriedad.

- ¿No le dices a tus hijos que no se vayan con extraños? Que adulto tan torpe, no caeré en tu trampa, ¡Ay! - se quejó al intentar dar un paso adelante.

- ¿Qué tal si te llevo al hospital? - preguntó Carlisle revisándolo con la mirada, tenía un moretón en la pierna.

- No. Es caro. - estableció el pequeño.

- Que bueno que pago yo. - dijo Carlisle y lo cargó con cuidado, pero aún así sorprendió al niño.

- ¡Oye! ¡Suéltame! Gritaré y todos verán que eres un roba niños. - amenazó.

- Te daré dos dólares e iremos en calles transitadas. - propuso Carlisle.

El niño pareció pensarlo.

- No me llevarás al albergue después. - puso su condición. -... allí es peor que en la caja.

- De acuerdo. - aceptó y empezó a caminar al hospital. - Me llamo Carlisle Cullen, soy doctor. - se presentó.

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