CAPITULO 8. YAIKAI Y MALEISHA.

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NARRADOR OMNISCIENTE.

─ Cuéntame de esas personalidades de la Coronela ─ exige el hombre mayor a Lhariana.  

Ella, lo observa y guarda silencio

─ Debes hablar, de lo contrario, las sacaremos de la aldea, a sus suertes ─ gruñe el hombre moreno de cabellos largos y tan alto, como el que dicta las órdenes. Sus ojos grises de  enfoques cambiantes dorados, se encienden junto a la bestia que se le alborata con el olor de la hembra, que sabe que a pesar de la amenaza, debe proteger, antes que los chupasangres les claven los colmillos y también la verga.

El hombre no puede negar que el olor de la mujer, lo tiene embriagado y cuando llegue su celo él, la reclamará. Aunque seguramente deba combatir con muchos, para poder poseerla.

─ Entonces mi destino estará echado a la suerte ─ murmura Lhariana, escuchando el gruñido que se escucha a su alrededor,  a pesar que ellos, reconocen la valentía de las mujeres, que llegaron junto a la Coronela.

─ ¿Por qué no me interrogan a mí? ─ Pregunta Yaikai.

Todos los hombres la observan, con deseo, cautela, admiración, confianza, desconfianza; ella es un conjunto de todo para ellos, saben que es altamente peligrosa y hermosa, en todas sus facetas o personalidades; pero el ser más cambiante que llegarán a conocer y deben proteger, porque saben que ella, es la leyenda prometida.

Sería más fácil, enviarlas a todas con las tribus de las hembras, pero también sería un riesgo, porque así sería más fácil que cayesen en manos de los malditos chupasangres.


─ ¿Tienes conocimiento de tus personalidades? ─ Le preguntó el hombre mirándola fijamente.

─ De cada una de ellas ─ aseguró Yaikai, consiguiendo la atención de todos los hombres.

Lhariana, sonrío al ver sus gestos.

─ En este momento soy Yaikai, pero conozco a Dareya, a Maleisha y a otras ─ responde Yaikai, limpiándose las uñas con un cuchillo y restándole importancia al asunto.

─ ¿Cómo puedes conocerlas, si están en el mismo cuerpo? ─ Pregunta el más anciano.

─ Los informes de mi caso, me dieron la noticia, la degradación del rango de Coronela a Capitana y que al parecer seguiría en degradación, me hicieron investigar. Pero, nunca sé, en qué momento sucederá el cambio; solo sé, que surgirá cuando lo siento venir.  ¿Ustedes, me explicarán que está sucediendo? Porque ahora los cambios no solo son mentales, sino físicos ─ pronuncia Yaikai, mirándolos a todos.

─ Sigue siendo Yaikai, porque ninguna otra lo hubiese explicado, ni siquiera una sola sílaba ─ murmura Lhariana, preguntándose cuánto tiempo durará esta personalidad en su superior, ya que seguramente necesitarán es a la Coronela Maleisha. Una de las peores personalidades de su Coronela, porque para la tropa, ella sigue siendo su coronela, al igual que el Coronel Dante, quien asumió el rango con la destitución.

─ Todos hemos sido infectados, para crear la nueva generación, unos llevan milenios, otros siglos, otros décadas y los últimos que han llegado son ustedes y están en transformación. ─ Explica el más anciano.

─ ¿Infectados, milenios, siglos décadas? ─ Pregunta Lhariana, frunciendo el entrecejo.

En cambio Yaikai, presintió la respuesta y concentra su mirada en el hombre blanco, corpulento de dos metros y medios de altura, con sus ojos leopardos, su melena larga y su gran olfato; el cuál tiene al lado un león.

─ Aquí están concentrados los hombres de varias tribus ¿Por qué? ─ Pregunta Yaikai.

─ Para detener a Rashak, debemos unirnos. ─ Responde el hombre blanco, corpulento de dos metros y medios de altura, con sus ojos leopardos, su melena larga y su gran olfato; el cuál tiene al lado un león.

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