XXXVI

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02/07/1982
[09:22 p.m.]

𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 1/2

Desperté por el sonido de una música.
   The Daughters Of Eve se escuchaba casi en media casa.
   Saqué mi almohada de debajo de mi cabeza y me tapé los oídos con mi almohada, mientras me ponía boca abajo. Mi codo derecho golpeo algo, haciendo que me confunda y mire hacia aquel lado.
   Michael se estaba frotando la nariz, mientras dormía plácidamente.
   Me ruboricé, ¿desde cuándo había dormido conmigo? Y recordé que el día anterior, el clima se había puesto raro y había comenzado a llover. Justamente cuando Michael había estado conmigo, ayudándome a acomodar un estante nuevo que mi tía Astrid me había comprado. Y mi madre le ofreció quedarse hasta que terminase la lluvia... Pero había seguido toda hasta la casi madrugada. Mi madre no se permitiría dejar ir a un menor de edad solo a su hogar, y menos a las una de la mañana.
   Tanto a mí, como a mis tías y mi madre (menos Michael) nos extrañó que los padres del castaño no llamaran para saber la seguridad de su hijo. Parecía que el Afton ya se acostumbró a aquello. Y mi madre no iba a poder llevarlo, ya que afuera había llovido a cántaros.
   —Mmh... —murmuró, mientras se tapaba más con la manta y me daba la espalda.
   Me senté, mientras frotaba mis ojos. ¿Mi madre acaso sabía que Michael estaba acostado justamente a mi lado?
   Me fijé en la cama improvisada que yo había ayudado a Michael a hacer para que él durmiera allí.
   Era obvio que él no se encontraba ahí, ya que estaba a mi lado. ¿Se había cambiado de cama cuando todos dormían?
   Escuché pasos acercarse, y rápidamente me tumbé a la cama improvisada. No iba a dejar que me vieran así con Michael, y menos si era mi madre.
   Mi primo Matthew abrió mi puerta, mientras caminaba como pasos cortos pero hiperactivos hacia Michael.
   —Prima Evolett, mi mami dijo que te levantes —sacudió el hombro de Michael, pensando que era yo. Reprimí una risa—. Oye, prima Evolett. Despierta.
   —Agh... La batata —masculló el castaño, tenía que taparme la boca fuertemente para no estallar de la risa.
   —¡Odio las batatas!
   —Cinco minutos...
   Mi primo frunció el ceño. Seguramente se había confundido por el cambio de voz.
   —Pero...
   —No, Evan. Vete... —espetó Afton, aún dormido.
   —No me llamo Evan.
   —Qué me importa... —le dió la espalda a mi primo, y su brazo comenzó a buscar algo en la cama. Se despertó y se sentó de golpe—. ¿Evolett?
   Me hice la dormida.
   —¡¿Qué hiciste con mi prima?! —escuché decir a mi primo, con voz asustada y confundida. Puesto al que estaba despertando no era yo, sino Michael.
   Alguien más abrió la puerta.

   —¿Qué está pasando aquí? —mi tía Astrid.
   —¡Ma! ¡Evolett se volvió hombre! —escuché los pasos de mi primo correr hacia mi tía.
   —Calma, Matthew. Ve a la cocina —dijo mi tía.
   Y no pude más, estallé de la risa.
   Mi tía Astrid y Michael me miraron, confundidos.
   —¿Por qué te ríes? —dijo Michael.
   No pude contestar, porque la risa me lo estaba impediendo.
   Luego de un pequeño rato, por fin pude calmarme un poco como para poder hablar normal.
   Les expliqué a los dos la situación, obviamente mentí que Michael y yo cambiamos de lugar antes de dormir. Y el castaño me siguió la corriente.
   Mi tía se rió cuando le expliqué lo de Matthew.
   —De acuerdo, chicos —dijo, sacando otra pequeña risa—. Vayan despertándose porque está listo el desayuno.
   Asentimos con la cabeza y mi tía cerró la puerta detrás de ella mientras salía de mi habitación.
   Suspiré, algo aliviada de que nos haya creído.
   Luego miré al castaño.
   —¿Por qué te acostaste a mi lado, Mike? Imagínate si mi madre venía a chequear en plena madrugada si no había nada raro —dije.
   —No pude evitarlo —sonrió, encogiéndose de hombros—. Quería darte un «abrazo de oso».
   Sentí mis mejillas arder ante la suposición de que él me había abrazado mientras dormía.
   Habíamos dormido juntos, en la misma cama. Me pregunté de qué lado me había abrazado, quería saber... Pero al mismo tiempo quería dejarlo así.
   —Oye —me dijo. Lo miré—. ¿Vas a entrar primero al baño, o lo hago yo?
   —Entra tú primero. Yo voy a arreglar esta «cama» —dije, mirando a la cama improvisada.
   —Está bien.
   Se levantó y noté cómo se acomodó su camiseta gris. Luego abrió la puerta y miró hacia la escalera antes de pasar al baño.
   Me levanté y comencé a juntar las mantas que tuve que poner en el suelo junto a Michael el día anterior, para que no se notase el duro suelo.
   Las sacudí un poco y comencé a doblarlas y ponerlas en mi armario, dónde anteriormente estaban.
   Una vez que ya las había acomodado, miré mi cama. Estaba algo desordenada, era obvio: dos personas habían dormido ahí.
   No solía extender mi cama cuando me levantaba, pero esa era una ocasión especial: estaba Michael.
   Extendí las sábanas y mantas, y luego acomodé la almohada en el medio.
   Esperé afuera de mi cuarto a que la puerta del baño se abra para que yo pueda entrar.
   Y se abrió.
   —¿Tienes un cepillo de dientes que no usen? —dijo Michael.
   —Hay uno en ese mueble —apunté al mueble de arriba que estaba junto al espejo.
   Asintió y cerró la puerta nuevamente.
   Me recosté por mi puerta, mientras miraba mis pies. Tenía calcetines verdes, que me llegaban casi hasta la rodilla. Por alguna razón tenía una camiseta grande que decía: «Merry christmas!». Aunque faltaba meses para la navidad.
   Y mi short beige era hasta casi el final de mis muslos. Tenía, sin duda, un aspecto realmente ridículo.
   No esperé más y entré nuevamente a mi cuarto, cerré la puerta y comencé a buscar otra ropa para ponerme. No iba a andar como cualquier cosa enfrente de él. Aunque al castaño había parecido no importarle cuando se había despertado.
   Me saqué rápidamente la remera y los calcetines, con la única prenda que no tenía problemas era con el short.
   Agarré una camiseta blanca que había por ahí y le saqué la percha que tenía, además de agarrar un par de medias azules oscuras que estaban en el primer cajón.
   Me puse la remera y las medias, luego me puse mis zapatillas que andaban por ahí debajo de mi cama.
   Una vez ya lista, puse la percha en el lugar y agarré la remera de navidad y los calcetines. Salí de mi cuarto y esperé a que Michael salga.
   No tardó tanto, ya que la puerta se abrió justamente cuando cerré la puerta de mi habitación.
   —Te espero en... ¿tu cuarto? —preguntó.
   Asentí y él abrió la puerta de mi habitación nuevamente. Entré al baño y dejé la camiseta grande y los calcetines en el cesto de ropa sucia.
   Me miré al espejo y comencé a peinar mi cabello. Después me cepillé los dientes y lavé mi rostro.
   Una vez ya lista, salí del baño.
   Entré a mi cuarto.
   Michael estaba mirando mis dibujos que estaban en mi armario.
   —Oye, nena. Necesito que me hagas un dibujo de nosotros juntos. Me encanta cómo dibujas —dijo
   —Gracias, Mike. Ven, vamos a la cocina.
   Salimos de mi cuarto y bajamos la escalera. Ahora nos teníamos que hacer pasar por amigos.

Mi madre quitó el disco de su banda favorita: The Daughters Of Eve. Y mi tía Elsa colocó uno: Michael Jackson.
   —Ésta sí la bailó —dijo. Comenzó a escucharse Billie Jean.
   Noté cómo Michael dió leves golpecitos al suelo con su pie, al ritmo de la música. Pero se mantenía callado y tomó su café.
   Recordé que Emma me había dicho que en una parte de aquella canción, parecía que decía: «Tú quieres una manzana». En español, ella y su madre habían practicado aquel idioma mucho antes de viajar.
   Me pregunté si cuando ella viniera me hablaría aquel idioma.
   —Luego me toca a mí, eh —dijo mi tía Astrid, mientras miraba a la hermana menor: mi tía Elsa.
   —Obviamente. —respondió ésta. Y nos miró—. ¿Ustedes también pondrán su música?
   —Yo pondré un disco —dije.
   —Pero tienen que arreglar una parte de la casa —dijo mi madre.
   Asentí.
   Michael y yo tomamos el desayuno en silencio. La verdad es que no sabía de qué hablar en ese momento. Mi tía Elsa estaba limpiando la mesada, mi madre le sacaba el polvo a los cuadros y mi tía Astrid barría la cocina.
   —¿Quieres ir a la sala? —miré a Michael. Se encogió de hombros.
   —Me da igual.
   Me levanté y él me siguió hasta la sala. Nos sentamos en el sofá grande y dejamos las tazas en la mesita que había enfrente.
   —¿Qué quieres hacer hoy? —le pregunté, ahora podíamos hablar casi normalmente. Sin tener a la música detrás de nosotros.
   —¿Qué piensas sobre ir a practicar skate?
   —Suena bien. Pero... seguramente tus padres deben estar preocupados. Imagínate ir a buscar tu patineta a tu hogar y que te regañen allí.
   Sacó una pequeña risa, en tono de burla; como si sus padres nunca harían eso, preocuparse. Cosa que me hizo levantar levemente una ceja.
    —Nah, no creo —dijo—. Tú puedes esperarme aquí, en tu casa. Puedo ir y venir en un abrir y cerrar de ojos —agregó.
   Había pensado que me invitaría a su hogar, para poder conocer su casa. Pero no me quejé.
   —De acuerdo. Primero tengo que avisarle a mi madre —dije. El plan de planes el disco de Led Zeppelin se había tirado al tacho de basura.





Frida_Hoffman °
  
  
  

ՏᏔᎬᎬͲ ՏႮᎷᎷᎬᎡ  ||𝐌𝐢𝐜𝐡𝐚𝐞𝐥 𝐀𝐟𝐭𝐨𝐧||Where stories live. Discover now