diego veggezi.

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Paula & Diego


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Desperté con una sensación de desconcierto, rodeada por la luz matutina filtrándose a través de las cortinas entreabiertas. Los recuerdos de la noche anterior empezaron a inundar mi mente, como piezas de un rompecabezas disperso que lentamente se ensamblaban.

La música retumbaba en mis oídos, el calor de la multitud, y luego, su rostro. Diego. El chico al que conocí en el antro, en medio de la euforia de la pista de baile. Sus ojos oscuros, su sonrisa magnética. Nos besamos, y luego... pasó algo más. El calor de la fiesta parecía envolvernos, consumiéndonos en un torbellino de deseo y emoción.

Pero ahora, aquí estaba, en la cama de Diego. Y mientras me deslizaba fuera de las sábanas, una oleada de culpa me golpeó con fuerza. Tenía un novio, alguien a quien había prometido fidelidad. Y anoche, en un momento de debilidad, fui infiel.

Las lágrimas pugnaban por salir mientras me vestía apresuradamente, tratando de no hacer ruido para no despertar a Diego. Cada prenda que me ponía parecía pesar toneladas, cargada con el peso de mi traición. ¿Cómo pude hacerle esto a mi novio? ¿Cómo pude dejarme llevar por la pasión del momento, ignorando las promesas que había hecho?

Cuando finalmente salí de la casa de Diego, el aire fresco de la mañana me golpeó en la cara como una bofetada de realidad. Me sentía perdida, confundida, atrapada en un laberinto de emociones contradictorias. Pero incluso en medio de mi confusión, una cosa estaba clara: no podía dejar de pensar en Diego.

Su imagen, sus palabras, el roce de sus labios contra los míos seguían resonando en mi mente, negándose a desaparecer. Y aunque intentaba apartarlo, aunque me repetía una y otra vez que esto no podía continuar, una parte de mí anhelaba más, anhelaba volver a perderme en su mirada, en su abrazo.

El día pasó en un torbellino de pensamientos tumultuosos, mientras luchaba por enfrentar la realidad de lo que había hecho. ¿Qué significaba esto para mi relación? ¿Podría alguna vez mirar a mi novio a los ojos sin sentir el peso abrumador de mi culpa?

Y como si el universo me diera una bofetada, un mensaje de Diego llegó a mi celular, dejando a mi mente y corazón en un debate de qué sería lo correcto contestar.


Diego

 Hola Paula, ¿cómo estás? Anoche fue increíble, ¿verdad? Me encantaría volver a verte pronto.


Paula

Hola Diego, sí, fue una noche interesante aunque la verdad es que creo que sería mejor que no nos viéramos de nuevo.


Diego

 ¿Qué? ¿Por qué? Pensé que la pasamos genial juntos. ¿Sucedió algo?


Paula

 No puedo explicarlo ahora, pero simplemente no es una buena idea que nos veamos otra vez. Lo siento.

Diego 

No entiendo qué pasó. ¿Puedes al menos darme una razón?


Paula

 Lo siento pero no puedo. No es justo para ninguno de los dos.


Diego

 Está bien, si eso es lo que realmente quieres. Pero espero que sepas que tu y yo merecemos al menos volvernos a ver


Dolía inexplicablemente la decisión que mi mente había tomado, pues no había considerado a mi corazón, aunque sabía que aquello era lo más razonable que podía hacer, el recuerdo de las caricias y los momentos compartidos con Diego me torturaban inevitablemente.

Aunque una parte de mí sabía la verdad. Diego había despertado algo dentro de mí, algo salvaje y libre, algo que había estado dormido durante demasiado tiempo y aunque ahora no podemos intentar algo, estoy segura que el mismo universo se encargará de unirnos de nuevo. 



















-mar

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