Capítulo 22

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Camino por los pasillos llenos de gente hasta que llego al salón de historia.

Cruzo la puerta y todos me ven. La verdad es que el maquillaje de anoche se me habrá transformado en bolsas lilas debajo de los ojos, ni siquiera me he arreglado un poco ¿Quien quisiera arreglarse con esto de ir escapando de un lado a otro?

Me siento al lado de Amber, que desde que llegué me está mirando con cara atónita, en el pupitre tiene tirado sus libros.

— ¿Qué mierd* te ha pasado?— me pregunta con el tono que le combina perfectamente con su rostro.

—Los problemas me persiguen, eso pasa...— me tiro en el asiento como un ancla es soltada para atorarse en las profundidades.

Unos segundos después entra el profesor.

—Buenos días chicos— dice. Todos sueltan un "Buenos días" de mala gana—Hoy toca relato, no se preocupen.

Empezaron a alegrarse. Su mirada se posó en mí.

—Últimamente en las noches estas estudiando mucho ¿Cierto Ellie? Si no, ¿De qué serian esas ojeras?— sé que se quiere referir a preguntar si salgo todavía por las noches. Yo levanto los hombros en indiferencia.

—Empecemos:

"Erase una vez un niño campesino. Este niño era dulce y alegre, jugaba con su hermana mayor en el patio trasero de su hogar. Ella alejaba a su hermanito de sus padres mientras discutían, lo que sucedía muy a menudo.

Su padre era gran influencia en el castillo, ya que era el mejor amigo del rey, y quería gobernar en unos años más, quería tener poder. Ese objetivo cada vez se le veía más y más lejos, eso empezó a enloquecerlo, a tal punto que envenenó, ahorcó y apuñaló al rey, su mejor amigo, y sus hijos, ya que el rey le había dicho que si moría el cargo sedería a su familia. Él día en el que lo designarían a el rey, el ministro exigió que él no podía serlo, si no el hijo cuando fuera mayor, a menos que muriera.

El hombre se fue enojado pero agarró unas jeringas paralizantes al pasar por la enfermería.

Cuando llegó a su casa ya estaba atardeciendo. El hombre se agarró un cuchillo de la mesa y fue a la habitación de su esposa. Esta estaba leyendo un libro. Rápidamente le colocó la jeringa.

Fue al cuarto de su hija y la encerró con llave.

Lentamente, disfrutando de cada paso, fue acercándose a la última habitación que quedaba en el pasillo: la de su hijo. Cada segundo se escuchaba de fondo los sollozos de su esposa y los portazos de su hija.

Cuando llegó, el yacía en su cuna, riendo como siempre al ver a su padre. Él sostuvo con sus dos manos la hoja afilada y sonrió como psicópata.

Antes de clavársela, la hermana le golpeó con un utensilio de cocina muy fuerte en su nuca, lo que hizo que se desmayara.

La hermana huyó con su hermano y lo entregó a una familia de plebeyos, antes borrándole la poca memoria que tenía..."

Se quedó en silencio.

— ¿Y el final?— preguntó uno, todos empezaron a apoyar a quien preguntó.

—Aún no está trazado...— respondió con una leve sonrisa y cerrando suavemente los ojos.

Todos se fueron maldiciendo el final abierto o imaginándose que pasaría.

Voy en camino a la puerta cuando el profesor me detiene.

—Ellie, todavía no está trazado...—me dice.

—Ya lo sé, ya lo aclaró— le respondo y me suelta algo decepcionado.

Elected (Reescribiendo)Where stories live. Discover now