—Ya estoy en casa... —anunció suavemente el hombre, su expresión era cálida y afectuosa, parecía un poco cansado, pero a Jin no le importó cuando soltó un chillido emocionado con sus mejillas sonrojadas antes de correr hacia los brazos del hombre y saltar hacia él en un abrazo aplastante.

Banri rápidamente sostuvo rápida y torpemente a su hija -acostumbrado a su explosiva emotividad, a veces simplemente podría saltar sobre él mientras chillaba de felicidad dejándolo medio sordo y otras veces simplemente podría dejarse caer hacia la nada, haciéndolo preocupar y sostenerla porque estaba reventada de una misión- sintiéndose tambalear ligeramente por el abrupto impacto, dando un paso atrás para estabilizarse mientras sostenía de una forma firme a su hija.

—¡Bienvenido a casa, papi! —chilló Jin emocionada y junto sus mejillas moviendo su cabeza, aplastando la mejilla del hombre el cual sintió una gota de sudor caer por su rostro.

—¿Muy feliz? —el hombre arqueó la ceja divertido, era obvio que había pasado algo muy bueno a su hija, ¿quizás logró otra cosa imposible con sus sellos? ¿Tal vez la teletransportación? ¿El desplazamiento a grandes distancias con una corta duración de movimiento? ¿Nuevas pastillas de soldado? ¿Un sello monstruoso que él no quiere ni saber que existe?

-Su hija le ha dado varios dolores de cabeza con sus sellos, lo peor es cuando la retan a que ella no podría hacer y, cuando lo hace, es una monstruosidad en sí mismo. Banri no quiere ni empezar a pensar en los cientos de leyes cósmicas, mundiales, divinas o lo que sea que ha roto su hija, su corazón ya tuvo suficiente cuando Jin invocó a shinigami en uno de sus sellos por equivocación y terminó hablando con el espeluznante fantasma hasta que alguna manera se hicieron amigos y luego se pelearon-.

-Banri tuvo suficiente, su pobre corazón no podría soportar ver a su hija pelearse nuevamente con un dios de la muerte solo porque quiere continuar haciendo sellos, al menos el Shinigami no se llevó el alma de su hija porque Kakashi quemó el pergamino donde estaban los sellos-.

—¡Si! —asintió Jin felizmente.

—¿Puedo saber de qué se trata? —preguntó Banri mientras suavemente dejaba a Jin en el piso.

La curiosidad del hombre aumentó al ver como Jin se sonrojaba ligeramente y su rostro empezaba a brillar, incluso sus pupilas de corazón parecían haberse vuelto de un brillante fucsia iridiscente. Su pequeña niña parecía uno de esos árboles de navidad de las zonas más occidentales, parecía lista a punto de dar un largo discurso sobre sellos y Banri solo puede realzar para que no le vuelvan a explicar la teoría del sellado y como ella nuevamente cambió las reglas y las modificó hasta crear otra abominación.

No entra en su cabeza como su hija puede saltar de un tema a otros cuarenta que no tienen nada que ver y los entrelaza para crear una gran teoría conspirativa que desafía las leyes mundiales y crea una nueva ley para crear sellos. Pensando en ello, Banri sintió como una gota de sudor caía por su rostro.

Su hija tenía suerte de ser cercana a la esposa del Hokage y al mismo Hokage, de lo contrario, cree que confinarla en su habitación evitando que haga cualquier tipo de sellado es lo menos a lo que debería temer su preciosa hijita.

Jin dejó de abrazar a su padre y continuó cocinando al sentir el olorcito característico para verificar la masita de los brazos de reina flotó en el aire. Por supuesto, como fan acérrima de los postres y dulces, Jin no iba a hacer solo un sabor de brazo de reina, ni solo un brazo de reina de un sabor, ¡Por supuesto que tenía que hacer más de uno!

Si fuera su primera vida, uno habría bastado, quizás faltado un poco, ¡Pero en esta vida! Jin llora lágrimas de impotencia, ¡Estos glotones! ¡Ni siquiera alcanza a probar un bocado de sus postres y ya se acaban! ¡Lo peor es que si se los vendiera, no serviría de nada, porque ni siquiera la hace falta el dinero! ¡Y todos en su casa son ricos!

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum