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—Vine porque creo que puedes ayudarme con esto.— ella asintió. 

—Dime.. 

Esperó por lo que diría, pero en cambio se llevó una sorpresa cuando lo vió quitarse el saco dejándolo en su cama, para luego, comenzar a desabrochar su camisa. Bae tenía los ojos bien abiertos, sus mejillas hirviendo, todo parecía estar en cámara lenta, su torso, brazos e incluso esa notable V que se perdía dentro de su pantalón negro. 

Pero todo eso se esfumó cuando vió un patético intento de venda en su abdomen bajo izquierdo, estaba herido. Bae llevó su mano a su boca sorprendida.—Necesito que sanes esto, mejor.— la vió rápidamente ir a buscar entre sus cajones cosas necesarias, volvió con él y le pidió que tomara asiento en su cama detrás de él, eso hizo. 

—¿Que fue lo que te pasó?—preguntó preocupada mientras preparaba los trapos y lo mojaba en el agua que trajo también. 

—Sólo.. algo insignificante.— Bae quitó lo que la cubría la herida manchada con su sangre viendo el corte, parecía un arañazo, pero más grave y profundo cortando la piel. Se sentó a su lado para continuar. 

—Esto no es algo insignificante, es peligroso, debiste ir al hospital cerca. 

—No lo hice porque sé que puedes hacerlo, estudias para esto. Tomame como tu primer paciente.—dijo un poco más animado haciéndola sonreír un poco. 

Bae estaba incómoda en la posición que estaba por lo que sin más, se levantó para arrodillarse frente a él, Jimin permitió aquello abriendo un poco sus piernas. A estas alturas y con una herida de ese grado Bae olvidó que él estaba en su habitación sin camisa, se centró en limpiar la herida.—Ah.. 

—Oh, ¿te duele mucho?—preguntó preocupada viendo su mueca de dolor. 

—No te preocupes, sigue. 

Continuó tratando de ignorar hace tiempo aquella escritura debajo de su costilla derecha, no sabía lo que era, incluso parecía estar impregnado en su piel, era totalmente curioso y extraño, hasta pensó que pudo haberse escrito él con pluma en tinta pero no quiso preguntar nada, no era su asunto. Trataba de no tocarlo demasiado respetando los roces, roces que él sentía. 

Todo ese tiempo en silencio la miró importandole poco como se veía su herida ahora, ella era más interesante de ver. Para él Bae era preciosa, tanto que no lo entendía, no entendía que era lo que sentía ahora mismo. 

Bae terminó tapando la herida limpia haciendo como un cinturón en su abdomen sujetandolo con un pequeño gancho improvisado, pero había funcionado, como dijo él, era su primer paciente y estaba emocionada con ella misma por lo que hizo.— Listo, sugiero que te laves la herida sólo con agua, seques con cuidado y uses cúrcuma para ayudar rápido a cicatrizar.—dijo. Él no dijo nada y cuando se dió cuenta quiso mirarlo pero sintió su mano en su mandíbula para hacer que lo mire. 

De nuevo, sus ojos la llamaban mientras él recorría todo del rostro a Bae de cerca y animandose un poco a mirar hacia abajo, aquel pequeño e inocente escote que poseía su camisón. Cuando lo vió acercarse creyó fallecer. Quizás la besaría, ese beso llegó, pero fue en su mejilla cercano a sus labios, los posó unos segundos allí, ella cerró los ojos a la sensación de sus suaves labios. ¿Estaba bien que lo dejara hacer eso?, aún sus dudas e inseguridades la acompañaban respecto a él, pero le gustaba Jimin, era seguro ahora. 

—¿Bae, hija? 

Su abuelo y los dos golpes a la puerta la despertó levantándose rápido del suelo.—¡Ya.. un.. un momento abuelo!—miró al chico viéndolo despreocupado y tranquilo mirándola desde su cama con el torso aún desnudo. Levantó sus ropas y se los pasó a él. Comenzó a susurrar.— ¡Por favor ven al baño, no puede verte aquí! Levántate, con cuidado pero rápido por favor.— Jimin tenía una pequeña sonrisa, pero hizo lo que quiso, se escondió en el baño como ella le dijo.— Quédate aquí por favor no hagas ruido. Seguro vino a decir buenas noches.— cerró la puerta. 

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