3

183 34 0
                                    


Bae se encontraba en casa de su amiga, era sábado y tenía los días libres mayormente por lo que aprovechaba salir un poco. Soojin, hija de profesores había conocido a Bae por la escuela, ambas iban a la misma y se hicieron amigas hasta que finalizó y mantenieron su relación pero se veían poco por trabajo y estudios.— Escuché que ya estás pronto a terminar tu carrera.—habló emocionada la rubia.

—¿Cómo sabes si no tuve tiempo de decírtelo?—contestó sorprendida Bae.

—Por favor, sabes que en este pueblo todo se rumorea y llega rápido.—dijo como si no fuera la gran cosa, pero era totalmente cierto todo. Bae rió por lo bajo.

—Solo quedan dos meses más. Y pienso viajar a otro lado para trabajar en un centro médico y llevar a mi abuelo conmigo para que lo traten, estoy juntando dinero de lo que me queda de propina del hotel.—Bae contó sus planes a su amiga siendo totalmente escuchada y recomendada para hacer bien las cosas a futuro.

—¿Y.. algún chico por ahí?—preguntó divertida Soojin.

—¡No! ni siquiera pienso en eso, quiero enfocarme en mí, no me gusta nadie tampoco. Eso se lo dejó al tiempo yo estoy bien así.

Cuando se hicieron las diez de la noche Bae decidió volver a su casa para ver si su abuelo necesitaba algo más con el hotel antes de que cerrara. A estas horas casi siempre el frío se hacía presente, no había gente en las calles, muy pocas quizás. La gente de este pequeño pueblo solía ser demasiado trabajadora y tenían sus estrictos horarios.

Caminó un poco más rápido para llegar lo más veloz posible. Sus pasos perdieron velocidad cuando vió una silueta del lado contrario a ella, por dónde tenía que pasar ahora, se dió cuenta que era una persona y aunque quiso seguir, sintió que algo iba a ir mal.— Pequeña..—escuchó su voz varonil, se sentía pequeña ahora, cada vez estaba más cerca y el hombre era alguien grande.— ¿Quieres una mano?—ofreció llevarla.

Bae entró en pánico y supo que tenía que alejarse, el shock le había dado una mala pasada porque nunca jamás le había pasado algo así. Nunca había pasado nada de esto en el pueblo a nadie, jamás escuchó que alguien la haya hostigado en la calle en la noche. Pero el sujeto estaba enfrente de ella.— ¿No sabes hablar? ¿No te enseñaron modales niña?—habló molesto.

—Permiso debo irme.—dijo rápidamente dando media vuelta para alejarse pero su mano grande y pesada sostuvo su delicado brazo haciéndola gritar un poco.— ¡Suelteme! ¡Esto no es correcto!—dijo desesperada.

—Necesito controlar mis deseos. Y tú lo harás.—su aliento olía a alcohol. Estaba ebrio y suelto con aquellos deseos macabros. Bae comenzó a llorar porque no sabía que hacer y que le pasaría con este hombre, pensó en todo en ese breve instante.

Cuando el hombre quiso llevársela, de repente la soltó largando un quejido de dolor fuerte, Bae se asustó al verlo caer de rodillas tratando de tocarse alguna parte que parecía dolerle. En otra situación se hubiera preocupado por el hombre pero como la situación era muy distinta y horrorosa, aprovechó al hombre caído para salir corriendo por su lado escapando de él. No podía creer lo que había vivido, por primera vez salir de noche ahora, tendría miedo.

Cuando llegó al hotel entró bruscamente cerrando la puerta con llave, nunca lo hacía pero hoy.. miró por la ventana de la puerta un poco más y pegó un pequeño grito cuando escuchó un ruido de un vaso ser apoyado en la madera. Con un poco de fuerza.

Era él, el inquilino de la habitación 13. Solamente la miró con el entrecejo un poco fruncido y siguió su camino mientras Bae, aún recuperaba su respiración.

HOTEL ✓  park.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora