12

232 28 14
                                    

Quizá lo único bueno de todo lo que había pasado, era que había sido en un viernes. Al menos así tendría tiempo para reflexionar sin tener que lidiar con todo al día siguiente. No se sentía con ánimos de responder preguntas ni de soportar las malas miradas que seguro le lanzarían, así que en parte estaba agradecido.

Fuera de eso no se le ocurrían muchas cosas, salvo el hecho de ya poder estar tranquilo por al fin haber aclarado las cosas con Canadá.

Oh sí, no quería sonar cruel, pero a decir verdad aquello le había quitado un gran peso de encima. Ya no se sentía culpable por estarlo ilusionando sin querer, ahora solo se sentía un tanto triste por él.

Pobrecito, en su mirada se notó que le había dolido, pero no podía hacer nada ni tampoco se arrepentía, sabía que lo mejor había sido ser sincero.

Además, estaba seguro de que se le pasaría después.

Al fin y al cabo no sería ni el primero ni el último al que le sucediera eso, y por lo mismo, esperaba que hubiera comprendido sus razones y no se molestara con él.

Había pasado más de un día desde que todo sucedió y hasta entonces no había recibido un solo mensaje por parte del canadiense, lo cual no le extrañaba, de hecho no es como que esperara recibir alguno, pero aquello le había hecho notar su ausencia.

En el fondo no le molestó, realmente nunca había sido de los que disfrutaba de hablar por mensaje, así que ahora por lo menos podía estar tranquilo al saber que no había nadie esperando a que respondiera.

Mentiría si dijera que no se sentía aliviado, era un asunto menos del que ocuparse y ya podía considerarse cerrado.

Ahora su preocupación estaba enfocada en otro lado.

Sí, adivinaste. En el ruso.

Después de lo que pasó con Canadá, las horas siguientes se había sentido un tanto decaído. En parte por él, pero además porque no había podido dejar de pensar en aquella triste mirada que había intercambiado con Rusia mientras yacían en el patio.

Algo había pasado. Algo había pasado con él en el instante en que sus ojos chocaron, lo percibió, lo había sentido...

El problema era que no sabía qué.

Abrumado por eso, había evitado mencionar el asunto hasta que lo tuviera un poco más claro, y por un momento estuvo seguro de que podría descifrar de qué se trataba una vez se encontrara con el euroasiático de nuevo, así que, ansioso, la misma tarde de ese viernes esperó a que las clases terminaran y el curso diera inicio para volver a verlo.

Sus esperanzas se vinieron abajo cuando el otro no apareció.

Lo estuvo esperando, inclusive llegó un poco antes para verlo, y cuando fue hora de iniciar la clase y el profesor España los dejó ingresar al salón, siguió esperándolo en su lugar, volteando cada cierto tiempo hacia la puerta mientras pasaban los quince minutos de tolerancia que tenía para llegar.

Pero el tiempo se acabó y no hubo ni rastro de él, y México creyó que quizá se le pudo haber hecho tarde y que llegaría después.

Se dio por vencido cuando transcurrió la primer hora de clase, y solo hasta entonces abandonó su idea y se dispuso a prestar toda su atención al profesor. Aún así, en ningún momento dejó de pensar en el euroasiático.

¿Por qué no habría ido? Jamás había faltado antes.

No pudo evitar preocuparse. El mirar sobre su hombro y observar el asiento vacío le causaba cierta aflicción.

¿Sería por su discusión con la finlandesa? Algo había escuchado sobre su ruptura con ella, pero no estaba seguro y no había nadie que pudiera confirmarlo, así que solo le quedaba teorizar.

Casualidad...❞ |Mexico's harem - Rusmex.Where stories live. Discover now