settantuno

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El día y la noche avanzan, los segundos son horas y HoSeok no puede estar más cansado de sus clases

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El día y la noche avanzan, los segundos son horas y HoSeok no puede estar más cansado de sus clases.

—El día de mañana tendrán su examen semanal de lo aprendido esta semana, espero que todos mantengan su constancia en sus calificaciones, y quienes fallaron en el anterior, mañana después de clases tendrán una evaluación oral sobre el tema el cual fue el examen; no sustituirá su nota, ni se le agrega puntos, pero me dejará a mí evaluar si merecen que la cambie. ¿De acuerdo, clase?

—Sí, maestro. — Respondieron en unísono un pequeño grupo de siete jóvenes, todos eran hombres.

—Me parece bien, pueden retirarse — cedió el profesor, un hombre con algunos cabellos blancos en su cabeza y voz no tan grave; los menores se dispusieron a recoger sus pertenencias para salir —. Por cierto, Donati, quédese un momento cuando sus compañeros hayan salido, por favor.

El rubio suspiró y se tragó una maldición.

No tuvo que esperar mucho cuando el salón quedó vacío, esa era su última clase en el día, por lo que todos estaban expectantes para que su jornada estudiantil acabase, hasta él, aunque llegar a casa no era lo que verdaderamente le provocaba emoción.

Guardó con más lentitud sus útiles, su libreta de cuero no tenía muchos apuntes porque no suele anotarlos, por suerte, es una persona que puede memorizar con facilidad información una vez la escucha con atención. Por lo general, sus apuntes ahora solo son palabras al azar, pensamientos, ideas y uno que otro dibujo a carboncillo mal hecho, no era bueno con los lápices, le gustaba más sostener un pincel.

—Dígame, señor Santoni — dijo cuando se acercó al escritorio del hombre mayor, quien le sonrió con un ademán de mano —. Disculpe, Leonardo. ¿Para qué me necesita? ¿Quiere que le ayude a llevar el material?

—Me serías de mucha ayuda, hijo.

—No hay problema — respondió, cargando entre sus brazos algunos grandes libros que el adulto usa para sus clases, ambos dirigiéndose hacia la salida del salón y el establecimiento —. ¿Va a casa?

—Sí, pero después quisiera ir a visitar a Emma, en realidad. ¿Crees que podría?

—Por supuesto, señor Leandro. Puede ir a visitarla cuando quiera, no tiene que pedirme permiso.

—Un hombre siempre debe de saber lo que su mujer está haciendo — HoSeok suspiró, no iba a objetar nada —. ¿Cómo te trata la vida de casado? ¿Mi hija está siendo una buena esposa?

—Es... amena. No tenemos ningún inconveniente y nos hacemos buena compañía.

Mentira. Mentira. ¡Todo era mentira! ¡Odia a esa mujer!

—Me alegra que te hayas casado con ella, su madre la crió muy bien — el menor le respondió groseramente dentro de sí —. Y te lo agradezco, también. Emma nunca tuvo tantos pretendientes como lo tuvieron sus hermanas, ni de buena calidad como sus ahora esposos. Mis yernos trabajan en la producción de textiles y minería, pero quería uno que siga mis pasos. Y te conozco, HoSeok, eres un buen muchacho. Eres inteligente, aplicado y sobresaliente, estoy seguro que serás un gran médico.

Bella Mujer. | kth | jjk |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora