6. Entre tragos y suspiros.

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Shasha.

El humo del cigarrillo sale de entre mis labios esfumandose casi al instante por la suave brisa que hoy cubre las calles de Buenos Aires.

El pequeño objeto de tabaco es lo único que calma mi ansiedad como lo ha hecho por años, pero hoy la razón es muy distinta a las anteriores.

Viernes, el tan ansiado viernes llegó junto con el intenso calor de noviembre, junto con esas ganas acumuladas de verla y tener un poco más de tiempo a su lado.

Tener la oportunidad de conocerla más a profundidad, de entablar una conversación amena y ver esos gestos que hace con cada oración que dice, esas expresiones que son naturales en ella.

Esa vez que fue a buscarme pude notar cierto nerviosismo en ella por más que supo ocultarlo, y yo estaba igual. Tenerla tan cerca, casi rozandome, me puso así.

Esa mirada oscura que transmite muchas cosas, que me envolvió de una manera que no podía dejar de mirarla desde el momento que se sentó en la barra. Con ese aire de superioridad pero con una amabilidad que no presencié en otra persona como ella, aunque esa mujer es única.

Una mujer cautivadora, provocadora, que te hace caer en sus encantos con una sola mirada, como pasó conmigo.

Y hoy vamos a tener el primer encuentro alejadas de tanto ruido, sin que una barra se interponga entre nosotras, en un lugar más "íntimo" y sin declinar su oferta de tomar un trago por estar trabajando.

Hoy solo seremos ella y yo.

La noche cae llevándose con ella el atardecer que se escondía detrás de los edificios, dándole paso a las estrellas, a la luna llena y la suave brisa que mueve los ramos de los árboles que me estremece.

El último cigarrillo del día se termina de consumir con la última calada que le doy, dejándome más relajada de lo que pensé para la noche que se avesina.

El agua tibia recorre mi cuerpo desnudo empapándolo, relajando mis músculos que estos últimos días estuvieron tensos por cargar con la carrera y el trabajo.

Cada gota que cae cubre mi desnudez al igual que la espuma blanca del jabón que cubre mi pecho, brazos, torso y piernas. Sintiendo el olor a cítricos que suelta, ese olor suave e intenso que me recuerda al perfume de ella.

Ese olor que se impregnó en mi al despedirme de ella aquella noche, ese acercamiento que la tomó por sorpresa y que fue provocada por mi impulsividad, pero que no me causa arrepentimiento.

Gracias a ese acercamiento pude llegar a sentir su piel tibia y suave como la porcelana al tocarla con mis labios y vi esa sonrisa que marcaba sus hoyuelos a pesar de su nerviosismo.

El agua fría me espabila de mis recuerdos al estremecerme la piel a tal punto de hacerme temblar. Al salir de la ducha soy abrigada por mi bata blanca que me devuelve el calor al cuerpo y tomo camino hacia mi habitación donde me tomo más tiempo del que, usualmente, ocupo para alistarme.

Me miro una vez más en el amplio espejo satisfecha de mi vestimenta para esta noche, en la que sólo pienso disfrutar y ser guiada por ella.

Al salir de mi edificio me encuentro con mi moto estacionada en el mismo lugar que la dejé a la tarde al volver a la universidad, lista para tener una nueva aventura.

Aprieto el acelerador sintiendo el aire frío colándose por mi cuerpo a pesar de la chaqueta que llevo puesta.

Las calles están casi vacías por más que sea viernes a la noche, por lo que no tengo que andar esquivando autos a cada minuto y me toma menos tiempo llegar al bar donde acordamos encontrarnos.

Tristeza de verano. | +18Kde žijí příběhy. Začni objevovat