3. Emoción y alivio.

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Francesca.

El sol entra por la ventana iluminando gran parte de la habitación. La intensidad de la luz me molesta y el sonido de la alarma me irrita, como todos los días.

La soledad y el silencio del departamento me invaden al levantarme de la cama y ese sentimiento de extrañeza se apodera de mi.

Se me hace raro volver a lo que dejé hace unos años atrás por amor, por mi relación. Por entrelazar mi vida a la de un hombre con el cual nada salió como esperaba, como planeamos a futuro y nada se siente como antes.

Pero de alguna forma extrañaba esto, mi vida de soltera, vivir sola sin compartir espacio con otra persona, el silencio que no existía en la que era nuestra casa. Tener mis momentos a solas y hacer lo que quiera sin que nadie me vea o tener que dar explicaciones.

Y con total sinceridad puedo decir que me está gustando volver a mi vida de antes, más allá de la situación poco agradable que me llevó a esto.

Nada salió como alguna vez lo esperé, pero estoy teniendo la oportunidad de rehacer mi vida alejada de algo que cada vez me estaba consumiendo más, que me hacía perder la estabilidad y la seguridad que había logrado en mi y que en estos momentos estoy haciendo el intento de recuperar lo que perdí después de la ruptura.

Por más que haya tratado de mantener esos sentimientos que alguna vez fueron intensos, fuertes y verdaderos hacia él no pude. Mirarlo a los ojos y decirle que lo amaba cuando no lo sentía me llenaba de culpa, ver su mirada de amor y no poder transmitirle lo mismo.

Fueron grandes cosas que me trajeron a este viejo departamento y por más que esta decisión es lo mejor para los dos no quita el dolor de perderlo a él, que es una persona importante para mi y que por años fue mi mejor amigo.

Pero el daño ya está hecho y en este caso no hay vuelta atrás.

Hoy, al ser sábado y no dedicarle tiempo a trabajo, mis padres organizaron un almuerzo para los tres teniendo un día familiar que hace varios fines de semanas que no tenemos.

Por más que haya mantenido la comunicación con ellos las últimas semanas, no pude decirles la situación por la que estoy atravesando, que estoy en medio de un divorcio que yo misma pedí. Y la verdad es que me da vergüenza contarles esto, que fracasé con mi matrimonio y no supe mantenerla en pie.

A pesar de que mantenemos una buena relación y somos muy unidos como familia no sentía la confianza para contarles apenas sucedió la crisis, por más que quise refugiarme en ellos algo me lo impedía y no pude hacerlo. Sentía en lo más profundo que los estaba decepcionando como hija por primera vez y eso me imposibilitaba acercarme a ellos.

Después de dejar pasar los días y encontrar un poco de tranquilidad en mi voy a tomar esta oportunidad para hablar con ellos del divorcio, de lo que me llevó a eso y espero tener esa contención de ellos que por días estuve buscando, que sus palabras me den aliento y no me hundan más de lo que ya estoy.

El café humeante quema mi garganta al darle un trago. El sol entra por el ventanal iluminando toda la sala mientras el recuerdo de unos ojos verdes me invaden la mente.

Esos llamativos ojos verdes que vi por primera vez hace una semana, provenientes de una hermosa mujer que llamó mi atención por su cautivadora belleza, por su mirada arrebatadora y esa voz tan suave y ronca.

Esa sonrisa que marcaba sus hoyuelos, su piel bronceada por la tenue luz, sus movimientos tan fluidos al preparar los tragos.

Todos los mínimos detalles de aquella noche recuerdo a la perfección, al igual que ella, Sasha.

El sonido de la vibración de mi celular me saca de mis pensamientos. Un mensaje de mi madre ilumina la pantalla avisándome que ya me están esperando, adjuntando una foto de mi padre abrazado al termo y con el mate en la mano, con un stiker de corazón al final.

Tristeza de verano. | +18Where stories live. Discover now